Película que disfruté mucho en mi infancia, y que sigo disfrutando a pesar de mis 26 años.
De pequeño, me hizo disfrutar como un enano (porque lo era, básicamente) ante el desfile de mis personajes preferidos, véase: los patos Lucas y Donald, Mickey Mouse, Bugs Bunny, y un largo etcétera. No me enteraba de nada de la trama, y poco me importaba, solo con verse darse mamporros ya me lo pasaba bien.
Ahora, ante este último visionado, he vuelto a disfrutar como aquel enano que era, y no solo por la avalancha de buenos recuerdos que me evocaban los personajes, sino también con la trama, cine negro 100%; con el humor adulto (que por fin entiendo); con el montaje (excelentes (en su mayoría) las interacciones realidad-dibujos (con algún que otro fallejo, sí, pero se le perdona por el encanto que guarda)); con personajes tanto de la Warner como de Disney, codo con codo, dejando a un lado las diferencias, solo con el fin de entretener.
Recomendada, tanto para recordar aquellos tiempos en que nuestra única preocupación era tener preparado el bocata de nocilla, como para disfrutar de una película totalmente evocadora.
Le iba a caer un 7, pero después de escribir estas líneas, le subo un punto más, solo por esa sensación de calidez, esa lluvia de recuerdos, ese encanto que emana, y a la vez conserva, inalterable, a pesar del inevitable pasar de los años.