De amistad habla Kenneth Branagh en Los amigos de Peter. Dentro de su filmografía, quizá este sea uno de sus trabajos más honestos y sinceros. El retrato, durante el último fin de semana del año en vísperas de Nochevieja, un grupo de amigos que llevan sin verse una década, desde que terminaron la universidad aproximadamente. Algunos casados, con hijos, otros solteros en busca del amor, todos ellos con los problemas y preocupaciones del día a día, se reúnen en la mansión heredada del padre de Peter -magnífico Stephen Fry- antes de que proceda a su venta.

Con muchas aventuras y vivencias en común, ya no son los mismos de antes. Tanto el paso del tiempo como los años que han pasado separados hacen mella en sus relaciones. Y sin embargo, el fin de semana que pasan juntos vuelve a revivir la llama del amor, de la amistad. Porque hay amigos que aunque no veas a menudo, sabes que siempre estarán ahí.

Y eso lo dibuja y pone en imágenes Kenneth Branagh de forma magistral. Durante hora y media parece que no pasa gran cosa, un vodevil a veces divertido, otras veces sobreactuado y en algunas ocasiones dramático que, al finalizar el mismo, te deja con muy buen sabor de boca. Y lo que es mejor, días después de haber visto la película te hace reflexionar y pensar en ella, en lo que has visto, en lo que el artista norirlandés te ha contado con tanta habilidad.

Los amigos de Peter comienza con un notable repaso a la década de los ochenta con la canción Everybody wants to rule the world de Tears For Fear -cualquier película que incluya este tema en su banda sonora va mejorar sin ninguna duda- y acaba con un final sobresaliente, conmovedor, que se te agarra al estómago, ahí donde nacen las emociones.

Con un reparto de lujo, que incluye al propio Branagh y a nombres tan célebres de la esfera cinéfila británica de fin de siglo -Emma Thompson, Hugh Laurie o Imelda Staunton- el personaje que destaca por encima de todos es el de Peter, interpretado por Stephen Fry. El actor londinense emana bondad, naturalidad y mucho carisma como anfitrión de la celebración de fin de año.

Un filme notable, en el que muchos se pueden ver reflejados, ya que el paso del tiempo nos afecta a todos y así como nosotros vamos cambiando, en modo de vida, gustos o situación social, nuestras relaciones van mutando al mismo tiempo. Y aunque los años son finitos, duran doce meses, la amistad, esa que es verdadera, es infinita y eterna. Kenneth Branagh y Peter, junto a sus amigos, os mostrarán por qué.

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