Pausada, algo melancólica, contada en parte y sencilla, "El festín de Babette" es, a mi ver, una película sobria, profunda, de buena fotografía y mejores primeros planos. Gabriel Axel consigue llevar la trama con la espiritualidad y el tiento que el relato reclama, de suerte que hace creible el carácter y el talante de la pequeña comunidad y del entorno más adecuado para ese austero tipo de vida. Aunque un poquito lenta, el final de la pelicula nos devuelve con creces la paciencia y la curiosidad prestadas porque nos sumerge en un torbellino de bondad, de admiración profunda por un ser que consigue ser grande por su sentido elevado de la gratitud, su generosidad sin límites y una conciencia clara de su lugar y de su situación en el mundo. Pocos finales tan bellos tiene el cine como éste. Vale la pena esperar. Freijanez.