Kevin Mcallister tiene el enorme mérito de ser el único niño de la reciente historia de Hollywood que no resulta odioso. Es más, este pequeño granuja se ganó la simpatía del público con su estilo gamberro y despreocupado.
Quedarse solo en casa ya no fue ningún trauma para aquellos niños que aprendimos de Kevin como plantar cara a los intrusos. Nada como una buena provisión de petardos, dos o tres cajas de chinchetas, algunas trampas para ratones, un buen bote de pegamento, unos cuantos metros de goma elástica... y sobretodo mucha imaginación.
Sigo partiéndome de risa con las retorcidas ideas de este pequeño bribón, así como de lo burros que son estos entrañables ladrones que, al parecer, escogieron muy mal su último atraco.
Pues eso amigos, película altamente recomendable para público de edades comprendidas entre los 3 y los 99 años.