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Voto de Maggie Smee:
5
10 de febrero de 2023
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sabía de la existencia de “Rejas ardientes” pero desconocía lo que era realmente. Vale, de entrada no engaña a nadie, es una película de serie B de “sexplotation”, que supera con creces a lo que habitualmente se hacía en los años ochenta, tanto su proceder en la producción, que hoy podría ser hasta denunciable, y que vista ahora, como película, ha ganado con el paso de los años, aunque se le echarían encima toda clase de organizaciones y plataformas.
En lo que ha ganado, sobre todo, es en dosis de comedia involuntaria (que pueden arrancar carcajadas e incluso alguna salva de aplausos), desparpajo y poca vergüenza. Que los actores no se hayan chocado con la cámara ha sido milagroso, aunque no hayan podido evitar que se viera fugazmente el micrófono. Pero da igual, queda muy bien en el conjunto.
Por cierto, su reparto, para los mitómanos y seguidores del “cine trash”, no tiene desperdicio. Entre ellas: Linda Blair (que debuta con su primer desnudo en pantalla obligada de la peor manera por sus productores) y que se quedó nominada en los Razzies, Tamara Dobson (la irrepetible Cleopatra Jones), Stella Stevens (la cual, en una de las escenas corriendo con Henry Silva, se pega un guarrazo de primera que no estaba planificado y lo dejaron porque la toma quedó estupenda), Sybil Danning, que no merecía llevarse el Razzie a la peor actriz de reparto ex aequo por esta película y por “El desafío de Hércules”, el único Razzie que se llevó “Rejas ardientes” o una desperdiciada Nita Talbot. Entre ellos aparecen los infalibles John Vernon, Henry Silva o Robert Miano con personajes que le vienen de perlas, como seres malvados y degenerados.
Pero la verdad, ese año había mucha morralla y que se fijaran en “Rejas ardientes” es hasta injusto. Porque, también se olvidaron de premiar a bazofias más aburridas en más apartados como “As de plumas”, “El gran tiburón (Tiburón 3)”, “Staying Alive (La fiebre continúa)” o incluso nominar a la humillante “Porky´s II: Al día siguiente”.
“Rejas ardientes” es una sucesión de ingredientes que hoy día se evitaría: escenas de duchas con desnudos integrales, bolleo “light” obligado, violaciones, y además de ciertos intentos de cine “gore” aunque en pequeñas dosis.
Lo que sigue siendo habitual en el cine “choni” se da aquí, claro: mucho canear, drogas, chantajes, palabras malsonantes, amenazas, tirones de pelo y traiciones.
“Rejas ardientes”, a pesar de la débil autoría de Paul Nicholas, es más entretenida y amena que su antecesora, “La cárcel caliente”, el debut de Jonathan Demme en 1974, madre de muchas del género y de innumerables producciones que siguieron el estilo de cárcel de mujeres, con tintes eróticos y realizadas en diferentes países.
No me la puedo fundir, cosa que hice por ejemplo, con la española “Perras callejeras”, por ser una “frikada” que roza ser un tesoro sociológico y por ser, como hemos señalado, muy divertida de ver. Atención a su inolvidable estilismo en vestuario (que algunas actrices aportaron de su armario), maquillaje y peluquería.
Es lo que es, y si buscáis algo intrascendente que sirva de lobotomía os viene de perilla.
En lo que ha ganado, sobre todo, es en dosis de comedia involuntaria (que pueden arrancar carcajadas e incluso alguna salva de aplausos), desparpajo y poca vergüenza. Que los actores no se hayan chocado con la cámara ha sido milagroso, aunque no hayan podido evitar que se viera fugazmente el micrófono. Pero da igual, queda muy bien en el conjunto.
Por cierto, su reparto, para los mitómanos y seguidores del “cine trash”, no tiene desperdicio. Entre ellas: Linda Blair (que debuta con su primer desnudo en pantalla obligada de la peor manera por sus productores) y que se quedó nominada en los Razzies, Tamara Dobson (la irrepetible Cleopatra Jones), Stella Stevens (la cual, en una de las escenas corriendo con Henry Silva, se pega un guarrazo de primera que no estaba planificado y lo dejaron porque la toma quedó estupenda), Sybil Danning, que no merecía llevarse el Razzie a la peor actriz de reparto ex aequo por esta película y por “El desafío de Hércules”, el único Razzie que se llevó “Rejas ardientes” o una desperdiciada Nita Talbot. Entre ellos aparecen los infalibles John Vernon, Henry Silva o Robert Miano con personajes que le vienen de perlas, como seres malvados y degenerados.
Pero la verdad, ese año había mucha morralla y que se fijaran en “Rejas ardientes” es hasta injusto. Porque, también se olvidaron de premiar a bazofias más aburridas en más apartados como “As de plumas”, “El gran tiburón (Tiburón 3)”, “Staying Alive (La fiebre continúa)” o incluso nominar a la humillante “Porky´s II: Al día siguiente”.
“Rejas ardientes” es una sucesión de ingredientes que hoy día se evitaría: escenas de duchas con desnudos integrales, bolleo “light” obligado, violaciones, y además de ciertos intentos de cine “gore” aunque en pequeñas dosis.
Lo que sigue siendo habitual en el cine “choni” se da aquí, claro: mucho canear, drogas, chantajes, palabras malsonantes, amenazas, tirones de pelo y traiciones.
“Rejas ardientes”, a pesar de la débil autoría de Paul Nicholas, es más entretenida y amena que su antecesora, “La cárcel caliente”, el debut de Jonathan Demme en 1974, madre de muchas del género y de innumerables producciones que siguieron el estilo de cárcel de mujeres, con tintes eróticos y realizadas en diferentes países.
No me la puedo fundir, cosa que hice por ejemplo, con la española “Perras callejeras”, por ser una “frikada” que roza ser un tesoro sociológico y por ser, como hemos señalado, muy divertida de ver. Atención a su inolvidable estilismo en vestuario (que algunas actrices aportaron de su armario), maquillaje y peluquería.
Es lo que es, y si buscáis algo intrascendente que sirva de lobotomía os viene de perilla.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
SPOILER
Lo único que eché en falta es que alguna de las reclusas, tras una escena de sofocón, se suicidara, es algo que suele ocurrir en este tipo de películas, y que alguna que otra finalmente se echara novia. Pensaba que Ericka y la Duquesa (Danning y Dobson) acabarían siendo explícitamente pareja, hubieran quedado estupendas.
Lo único que eché en falta es que alguna de las reclusas, tras una escena de sofocón, se suicidara, es algo que suele ocurrir en este tipo de películas, y que alguna que otra finalmente se echara novia. Pensaba que Ericka y la Duquesa (Danning y Dobson) acabarían siendo explícitamente pareja, hubieran quedado estupendas.