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Voto de antonio lopez herraiz:
8
Drama La historia gira en torno a Luis y Marta, cuyas vidas se ven paralizadas por la irrupción de una enfermedad que viene acompañada de culpa, mentiras y miedo, poniendo así a prueba la estabilidad y el amor de la pareja. (FILMAFFINITY)
12 de octubre de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La cualidad que mejor describe la impronta estilística de Fernando Franco es la invisibilidad. Sin apenas emplear efectismos de lágrima fácil, o música tan siquiera. Solamente la mirada de un director a ras del agua, u oculto tras una cala desierta, que observa cómo las olas azotan el mar en calma, se parapeta en diversas escenas de vida conyugal y dibuja la atmósfera cotidiana de una pareja que repentinamente convive con la enfermedad, con la expresión templada de Andres Gertrúdix, en los primeros compases, y por supuesto Marián Alvárez. Si hay algún tipo de emoción humana que Marián Álvarez no pueda representar a través de su mirada, es que esa emoción no existe.
En ésta, su segunda colaboración con la actriz madrileña tras 'La Herida', Franco vuelve a depositar sobre ella (casi) toda la carga de sufrimiento posible. Luces y sombras. Muerte y vida. Abatimiento y fuerza. Son estados de ánimo que se alternan, en escasos segundos, dentro de cada gesto y expresión mostrados por quien soporta la culpa de no sentirse capaz de ver cómo la vida de un ser querido se esfuma.
Marta (Marián Álvarez) y Luis (Andres Gertrúdix) son una pareja que trata de sortear a diario la enfermedad terminal y degenerativa que él está padeciendo. Marta respetará la decisión de Luis de no contarle a ninguno de sus amigos lo que le está ocurriendo, y tendrá que hacerse cargo ella sola de cuidarle hasta que expire su último aliento.
La obligatoria aspereza de los dos actores se mimetiza fluidamente con la gélida fotografía de Santiago Acaj, como si fuese una segunda piel, y esboza una nueva vida como pareja de ficción a Gertrúdix y Álvarez -también lo son en la vida real-.
Hay mucha más intimidad en cada instante que Luis y Marta comparten escuchando sus discos favoritos o comiendo juntos que en ningún otro de esos momentos en los que deshacen la cama. Tal vez en eso consiste actuar, en ser otra persona mientras no dejas de ser tú. No del todo. En dejar que te observen sin que se note que te sabes observado.
Solamente por esos finales y aterradores segundos de agonía ya merece cualquier nominación un sobrecogedor Andrés Gertúdrix que, con una crudeza demoledora y rotunda, adopta en sus carnes la apariencia de la mismísima muerte.
antonio lopez herraiz
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