A D.W. Griffith le sobraba mucha comedia en su revisión de Edgar Allan Poe. Bueno, quizá al que le sobraba era a su intérprete, pero cada vez que oímos hablar de Poe lo último que pensamos es "qué cómico era". Quizá la impresión de Poe por aquellos años era menos oscura, pero en la actualidad desde luego no pensamos en Poe así.

Con todo y con eso, el Poe que se nos da está bien, si le quitamos esa vena cómica extraña. De hecho la película me aportó más sobre el escritor en sus diez minutos que el Poe que interpreta John Cusack en The Raven.

También destaca la estructura de la película, mucho más parecida a la de una película actual que la clase de producciones que salían en aquellas fechas de los orígenes del cine. De alguna manera se aprecia la historia con una estructura marcada e incluso una preocupación por el ritmo y la forma de contarlo. Cambios de escenarios y escenas que duran bastante.