En una época donde la animación por ordenador ha pasado a ser la técnica más importante en este género de películas, Hayao Miyazaki se mantiene en su islote de bonitos dibujos al servicio de la imaginación de los niños.

Ponyo no me gustó en exceso, tampoco soy un gran admirador del trabajo de Miyazaki, pero he de reconocer que es una película tierna, bonita e idónea para un grupo de edades reducido. Por decirlo de alguna manera, aunque yo no haya disfrutado Ponyo sí que es una película que pondría a mis hijos, y no me importaría verla nuevamente con ellos, y estoy seguro de que entonces me gustará más.
No es que la película me desagrade, o le pueda sacar fallos o achacarle un ritmo pésimo o cualquiera de esas cosas que juegan en contra de cualquier producción. Es simplemente que no me ha gustado lo suficiente, a pesar de que reconozco el buen trabajo de Miyazaki y lo meritorio de sus obras.

Ponyo es colorida, y es capaz de hacer de un desastre natural algo muy bonito. La riqueza visual de los dibujos es digna de mención, muy por encima de los personajes, que en ocasiones me parecieron un poco repelentes incluso para un público infantil, pero desde luego es una buena apuesta alternativa a la animación por ordenador que llena las salas de medio mundo.