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Voto de Ignacio Larrea:
6
Drama. Romance Huck Cheever (Eric Bana) es un jugador profesional de póker que va a Las Vegas para participar en el campeonato mundial. Allí conoce a Billie Offer (Drew Barrymore), una aspirante a cantante, que intentará ayudarle a reconciliarse con su padre (Robert Duvall), el mejor jugador de póker. (FILMAFFINITY)
11 de abril de 2010
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entretenida y amena película sobre jugadores de póker, donde este deporte (muchos no lo califican así), pasa a segundo plano cuando de sentimientos humanos entre padre e hijo se trata.
Aunque quizás no pase a segundo plano, sino que ambos se complementan, pasando a ser una misma cosa, puesto que padre e hijo llevan el juego a sus vidas y viceversa.
El film dura algo más de dos horas y no se nota. Esto quiere decir que no aburre lo más mínimo e interesa lo suficiente como para mantener la concentración del espectador. Pero eso no es suficiente como para convencer del todo.
La cinta resulta bastante más light de lo que no solamente cabría suponer de antemano (lo contrario de la excelente "Rounders"), sino de lo que hubiera requerido dada la innegable dureza de la historia.
Aunque hay en todo momento tensión emocional, no hay escenas con el nervio suficiente como para quedar en el recuerdo.
Todo transcurre bastante tranquilamente, asimilándose poco a poco hasta llegar a un final a tono con el conjunto del film, esto es, falto de garra y chispa.
Lo mejor es su estupendo prólogo, con la excelente escena del diálogo entre el protagonista y la dueña de la casa de empeños. En esos cinco minutos o quizás algo más, sabemos cómo es el protagonista. Y también tenemos el buen momento de la partida de póker entre padre e hijo en la cafetería, donde quedan sobre la mesa, además de las cartas, los sentimientos entre ellos, lo que les une y lo que les separa.
El resto es facilmente digerible, con acertados momentos como la apuesta de golf y otros donde desearíamos más implicación emocional y donde algunos personajes apenas quedan dibujados, como el de Charles Martin Smith o el de la propia Drew Barrymore, que a veces es una simple comparsa.
En definitiva, si no hubiera estado dirigida por Curtis Hanson, no estaría mal, pero siendo él el realizador de "L.A. Confidential", obra maestra absoluta del género negro, puede saber a poco.
Ignacio Larrea
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