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Voto de Kiko Izquierdo:
6
Drama. Acción China, finales del siglo VIII. Nie Yinniang regresa a casa de su familia tras años de exilio. Educada por una monja que la ha convertido en una experta en artes marciales, Yinniang es una auténtica justiciera cuyo objetivo es eliminar a los tiranos. Su maestra le encarga la misión de matar a su primo Tian Ji'an, gobernador disidente de la provincia militar de Weibo, con el que tuvo gran complicidad cuando ambos eran jóvenes. (FILMAFFINITY) [+]
28 de noviembre de 2015
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es la primera vez que me ocurre esto, y procuraré que no vuelva a suceder o me veré obligado a realizar cambios profundos en mis cánones. Es la primera vez que estoy completamente de acuerdo con una afirmación del visceral Carlos Boyero (N.d.A: visceral es la palabra que un profesor me aconsejó que usase cuando yo dije que simplemente era gilipollas), que ya dijo todo lo que se tenía que decir de…esto. Boyero escribió lo siguiente en El País: “Me cuesta mucho imaginar a Hou Hsiao-Hsien rodando una película de acción, o simplemente en la que se entienda algo de lo que supuestamente pretende contar. The Assassin es tan plomiza, inútilmente esteticista, vacua e incomprensible como todo su cine anterior”.

Poco que añadir sobre una película que más le valdría ser una pieza contemplativa de museo o parte de una conjunto de piezas audiovisuales para tratar el insomnio. Todo mejor que una película. Porque, que no os engañen: no lo es. Es insultante, pretenciosa, soporífera, innegablemente bella, monstruosa, impotente y absolutamente prescindible. Un engendro imposible de defender siquiera por el mismísimo diablo. Atención también a los cambios de formato gratuitos y completamente injustificados: “ay, que en este plano el instrumento es muy ancho y no cabe. ¿Hacemos un encuadre más abierto? Nah, mejor cambiamos el formato”. What-the-fuck.

Su premio a Mejor Dirección en Cannes sólo puede entenderse desde la decrepitud y el letargo de su jurado, y desde la incomprensión del control de un director sobre una película, que no se limita a la planificación (en este caso, repleta de joyas, algo apabullante y verdaderamente premiable), sino que debe también encargarse de cerrar un producto que va a ser mostrado, no ya a un panteón de jueces muertos, sino al público. ¡Al público! ¡Ni siquiera hace el intento de explicar con claridad la trama! Bueno, pero ¿qué trama?

En definitiva: su premio y su visionado son un castigo y un insulto. Evitadla.
Kiko Izquierdo
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