Lamentablemente, cae a menudo en la dicotomía bien/mal donde EEUU tiene un papel reservado (como suele ser común) y donde, quitando una muy pequeña, minúscula y desapercibida crítica a los intereses económicos estadounidenses en el primer capítulo, los bandos se van definiendo cada vez más estereotípicamente cuando uno se acerca al final. Es algo que he visto últimamente en muchas producciones: es fácil comenzar valiente, derribando estereotipos, para ir cediendo al final y traerlos de golpe, junto con una buena cucharada de decepción para el espectador.

Otra cosa que se nota a medida que avanzan los capítulos es que la trama se alarga. Se alarga tanto que se ha firmado una segunda temporada. Como siempre, las segundas temporadas de buenas series asustan: se mantendrá el nivel o se dejará caer por forzar la máquina de hacer dinero? Los últimos capítulos de la temporada apuntan a la segunda opción.

En cualquier caso, una serie que merece su visionado de principio a fin (tómese esto como afirmación hecha al momento del término de la primera temporada).