Del casting, formado por actores no profesionales, destaca Regina Williams por llevar a cabo un trabajo de excelencia profesional a mi juicio, consiguiendo que todo cobre verosimilitud en torno a ella hasta el punto de casi olvidar, que se trata de una ficción. Mérito sin duda del trabajo de este realizador que a pesar de ser español ha demostrado ser buen conocedor de la sociedad norteamericana y en especial de sus márgenes sociales y de las dificultades por las que atraviesa una familia de color, carente de recursos para incorporarse con dignidad a una sociedad como la norteamericana que enarbola el milagro americano como su carta de identidad.

Parece evidente que Antonio Méndez Esparza no ha contado con muchos medios, a juzgar por las imágenes y los escenarios, pero su forma de narrar y la ética de su mirada, sin caer en el melodrama, cuando se posa sobre una familia al límite de su fragmentación y exclusión social, que lucha dentro de un ambiente hostil que recuerda continuamente que todo depende de ti para que al final del día puedas acabar libre, muerto o en la cárcel, me ha transportado al neorrealismo de Rossellini o De Sica.

En definitiva, una excelente película detrás de la que se esconde un realizador con mucho futuro es lo que podremos encontrar en este filme comprometido, sencillo, que no juzga ni añade opiniones de parte, al estilo de los grandes narradores estadounidenses como Faulkner o Williams