Estamos revisitando en casa películas clásicas (es decir, del siglo XX a ojos de una adolescente de hoy) con mi hija mayor y cuando vemos que puede ser comprensible para ella también las ve con nosotros. Hace un par de años, a los diez, empezó a pedir verlas en versión original (no sólo las inglesas, si no todas las que veíamos) y el cambio ha sido notable, poder disfrutar de una película tal y como fue concebida, es un lujo.
Hace unos días le hablé de esta y la otra noche la pusimos en Filmin (¿dónde si no?) y pasamos un rato divertido viendo una notable historia sobre la igualdad entre hombres y mujeres que parte de una simple premisa: ¿se hubiera juzgado igual un caso de supuesto intento asesinato (fallido) si quién lo hubiera cometido hubiera sido un hombre? ¿Hubiera llegado a juicio?

Luego podríamos hacer un análisis pormenorizado del caso destripando el argumento de la película, pero no estoy interesado en ello, sí en reproducir las sensaciones que nos produjo ese visionado. Es una película para la que, evidentemente, han pasado los años, pero a pesar de ello mi hija fue capaz de darse cuenta que la sociedad (en cuanto a diferencia de sexos se refiere) no ha cambiado tanto. Lo ha hecho, ciertamente, pero no tan rápido como debiera. Los actores están estupendos (soberbio Tracy, el mejor actor de su generación y quizá el mejor que ha habido jamás), y se entiende a la perfección con una Hepburn que cumple como siempre, pero eso no fue lo que nos llamó la atención. Lo que nos llamó la atención es que los gags siguen funcionando, y que a pesar de los años la película sigue haciendo pensar a las nuevas generaciones. Mientras la veíamos, en un momento en que el vecino del piso de arriba intenta seducir a una interesante Amanda Bonner, mi hija dijo en voz alta: disfruto estas películas porque las veo en su contexto a los ojos de una niña de doce años de hoy día todo ese machismo exacerbado esa sociedad tan patriarcal, no puede si no producir asco y rabia a partes iguales, pero en su momento tuvo que ser una auténtica pasada.

Y yo me sentí un padre orgulloso de ver que los adolescentes de hoy son capaces de crear, gracias a las lecturas, las clases a las que asisten en el colegio y las películas que ven, una perspectiva histórica que mi generación (o la mayoría de los que pertenecíamos a ella), llevábamos de serie.
Por eso la sigo recomendando, porque se disfruta de lo lindo, y sigues riéndote y reflexionando como cuando la viste por primera vez.