Esta película no se la recomiendo a nadie.

Yo fui al cine con toda mi ilusión, pensando, como una Graduada en Derecho y futura abogada, que la película trataría la encrucijada o el dilema ante el que se encuentran los jueces a la hora de autorizar (o no) una transfusión de sangre en alguien que se niega a ello por razones religiosas (ponderación del derecho a la vida vs. libertad religiosa, ambos derechos constitucionales y fundamentales). Además, este caso me evocaba al caso del niño Marcos de 13 años de Ballobar.

Sin embargo, me encontré con una película ciertamente rara y algo aburrida. Lo único que la salva es la gran actuación y la puesta en escena de la jueza y el niño.

Nota: NO he leído el libro en el que se basa la película y ni pienso hacerlo después de ver la película.