Basada en un increíble hecho real, que reafirma el certero axioma que la realidad supera la ficción. Nos hallamos ante una inspiradísima comedia, que no da tregua a la diversión, ni en los momentos más dramáticos. Black está en su salsa, pletórico, realizando una brillante composición, (no hay más que ver al personaje real), y bien secundado por el resto del reparto. Aunque la película no hace sangre, apunta contra todo. Lo del Papa Santo Juan Pablo II es tremendo. Alusiones a las administraciones, la codicia, el sueño americano, etc. Aunque se decanta por el retrato humano y grupal de tan peculiar personaje y el micromundo que orbita con él, imbuido de un humanismo honesto, sincero, si bien muy basado en la ironía y en el tipismo, en ningún momento cae en la caricatura.
El personaje retratado con cariño tanto por los directores como por Black es un tunante tan entrañable como censurable. Y muy real.
La película se pasa en un suspiro, los números musicales son descacharrantes y huye de la chabacanería. Poco más se puede pedir a una comedia de esta clase. Verdaderamente entretenida.