Minuto 1 de película:
-Oye de qué va esto?
-No lo sé, de una fiesta en una isla y zombis.

Cinco minutos de película:
Aparecen tetas, muchas tetas. Bueno no estará tan mal después de todo.

Diez minutos de película:
Mi amigo se pone en pie con una cara inexpresiva coge una bolsa de plástico que hay encima de la mesa. Suavemente se la coloca en la cabeza y hace presión en la parte baja con la intención de que no salga ni entre aire. Aguanta así casi un minuto hasta que empieza a flojear. Al asfixiarse se queda sin fuerzas de manera que no puede seguir asfixiándose y se echa a llorar. Lo miro desde mi posición compadeciéndole.
En un acto de espontaneidad producida por la rabia del fracaso anterior corre hasta la pared a la cual le asesta una continuidad de cabezazos hasta acabar ensangrentado. Me suplica desde el suelo que acabe con él. Pero es mi amigo y le tengo aprecio, no puedo hacerlo. En ese momento miro la pantalla del televisor y nace en mi una expresión de insufrible dolor, seguidamente le golpeo con una maza en la cabeza.

Veinte minutos de película:
Me levanto sin mostrar un ápice de histéria en mi rostro. Cojo una garrafa de gasolina del garaje, la abro y lentamente la vierto por encima de mi cabeza hasta agotar la gasolina. Voy a la cocina, cojo unas cerillas, la primera falla, se parte; la siguiente consigue encenderse, me prendo fuego y salgo corriendo hasta saltar por la ventana del quinto piso en el que nos encontramos.

Sin duda, más que recomendable.