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Voto de Isidoro Feria:
7
Drama En una mansión, cuatro señores se reúnen con cuatro exprostitutas y con un grupo de jóvenes de ambos sexos, partisanos o hijos de partisanos, que han sido hechos prisioneros. Nadie en la casa puede eludir las reglas del juego establecidas por los señores; toda transgresión se castiga con la muerte. Además, ellos gozan de la facultad de disponer a su antojo de la vida de los cautivos. (FILMAFFINITY)
19 de agosto de 2016
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Organizado según una estructura vertical dantesca (que a su vez Pasolini consideraba subyacente al texto de Sade, “Las 120 jornadas de Sodoma”), la cinta se engloba bajo tres círculos: el de las manías o vicios, el de la mierda y el de la sangre (este último círculo con una casi insoportable sucesión de secuencias escalofriantes rodadas de un modo tan natural que parecen absolutamente reales.)

Provocativa como pocas, cuenta entre sus mejores momentos cuando las imágenes son más desagradables e hirientes para el espectador. A través de Sade, Pasolini entiende y pone en escena la naturaleza y el oprobio del poder fascista. Su intención era utilizar el uso sin medida del poder, llevado a los extremos de la degradación sexual como metáfora del fascismo (visto a su vez como una filosofía que adora el poder por sí mismo) y criticar de este modo el poder totalitario que aniquila al individuo.

(NOTA: Lo primero que hay que hacer para poder visionar la cinta de Pasolini como dios manda es leer con atención el libro del divino marqués: “Ahora, amigo lector, -escribe Sade al inicio de la obra-, es cuando es preciso abrir tu corazón y tu espíritu al relato más impuro que se haya jamás realizado desde que el mundo existe, ya que un libro semejante no puede encontrarse ni entre los antiguos, ni entre los modernos.”

El libro en sí constituye una completa lista novelada de las anomalías, aberraciones, desviaciones de todas las posibilidades humanas; lo que Sade busca con su “catálogo” es codificarlos, convertirlos en objeto de análisis científico, para describirlos, para explicarlos. Por primera vez el goce como tal se circunscribe, se profundiza, se observa, se recuenta, se anota, se razona.

Su lenguaje es el universo lento, que degrada, que martiriza y destruye la totalidad de los seres a los que dio vida. El libro ataca como una blasfemia a todo lo más querido, lo más santo: “Por tanto, es cierto, -exclama Blangis-, que el crimen tiene tal atracción por sí mismo que, independientemente de toda voluptuosidad, puede bastar para inflamar todas las pasiones”).
Isidoro Feria
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