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Voto de electricchairman:
9
8,1
124.403
Ciencia ficción. Terror
De regreso a la Tierra, la nave de carga Nostromo interrumpe su viaje y despierta a sus siete tripulantes. El ordenador central, MADRE, ha detectado la misteriosa transmisión de una forma de vida desconocida, procedente de un planeta cercano aparentemente deshabitado. La nave se dirige entonces al extraño planeta para investigar el origen de la comunicación. (FILMAFFINITY)
19 de agosto de 2008
17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Así rezaba el cartel de la película en su día, y no puede ser mejor invitación para este espectáculo ya convertido en clásico, modelo de infinidad de películas posteriores, prodigio de dirección y efectos especiales. Las cotas de terror a las que Scott lleva al espectador pueden ser, por momentos, difíciles de soportar. Pero hay que ser valiente y enfrentarse a esta peculiar odisea espacial, y acompañar a la tripulación de la Nostromo para asombrarse de los logros que esta cinta alcanzó.
Pocas películas consiguen una tensión "in crescendo" tan sublime como esta lo hace. Y el clímax que se alcanza es todo un lujo. El terror y el género fantástico, con dosis de ciencia-ficción, se hermanan de forma sublime en una producción cuidada en todos sus aspectos, desde la dirección artística, los efectos especiales hasta el guión y el equipo interpretativo. Aunque siempre permanecerá como una de las obras cumbre de un Ridley Scott que en los últimos tiempos acusa una bajísima forma, pero que aquí dejó todo un legado de maestría en la realización.
Que hayan pasado casi 30 años desde su estreno no la han hecho perder un ápice de su valor. Es más, adquiere el carácter de obra maestra en su género, indiscutiblemente, si tenemos en cuenta todo lo que ha venido después. Es una película que si se ve sin conocimiento de la trama impacta profundamente. Ojalá las nuevas generaciones, tan caprichosas y poco dadas a aprender del pasado, contemplen esta obra como se merece, con respeto y conocimiento de sus virtudes cinematográficas.
Pocas películas consiguen una tensión "in crescendo" tan sublime como esta lo hace. Y el clímax que se alcanza es todo un lujo. El terror y el género fantástico, con dosis de ciencia-ficción, se hermanan de forma sublime en una producción cuidada en todos sus aspectos, desde la dirección artística, los efectos especiales hasta el guión y el equipo interpretativo. Aunque siempre permanecerá como una de las obras cumbre de un Ridley Scott que en los últimos tiempos acusa una bajísima forma, pero que aquí dejó todo un legado de maestría en la realización.
Que hayan pasado casi 30 años desde su estreno no la han hecho perder un ápice de su valor. Es más, adquiere el carácter de obra maestra en su género, indiscutiblemente, si tenemos en cuenta todo lo que ha venido después. Es una película que si se ve sin conocimiento de la trama impacta profundamente. Ojalá las nuevas generaciones, tan caprichosas y poco dadas a aprender del pasado, contemplen esta obra como se merece, con respeto y conocimiento de sus virtudes cinematográficas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Vi "Alien" después de "Aliens", la no menos interesante recuperación del extraño ser por parte de James Cameron. Sin duda, los grandes sustos me los llevé con la segunda, pero cuando recurrí al origen me di cuenta de lo que tuvo que suponer en su estreno, lo mal que debieron pasarlo los primeros espectadores que acudían al cine a ver esta maravilla. La escena en la que se presenta a la criatura una vez pasado el periodo de incubación, en la comida para celebrar la recuperación del compañero (John Hurt) que sufrió el ataque es, sencillamente, insuperable: es en este punto donde verdaderamente comienza el largo y asfixiante viaje hacia el terror, donde el octavo pasajero adquiere todo el protagonismo de la historia.
Pero son muchos más los momentos espléndidos: el descubrimiento de la señal exterior, que proviene de una nave casi fosilizada de otra (¿avanzadísima?) civilización diferente a nosotros, que fue atacada por estas criaturas que sólo tienen un objetivo: aniquilar y reproducirse. El plano de los tripulantes enfundados en sus trajes, contemplando a un enorme humanoide fosilizado que maneja un cañón, con un agujero en lo que se intuye su pecho es sublime.
También es muy destacable el papel de Ian Holm como el humanoide que descubrimos tardíamente y que resulta ser un aliado de la computadora madre de la nave: como una extraña criatura también, nave y androide, tienen como prioridad transportar hasta la Tierra toda forma de vida que las naves comerciales puedan encontrar, aunque ello conlleve sacrificar vidas. Ellos no comprenden que eso que tienen ordenado llevar como muestra puede acabar con todos, nave incluida.
Y para acabar, mención especial a la colosal, bellísima y poderosa Sigourney Weaver, que no sólo asciende en la ficción de graduación en la nave, sino que adquiere un protagonismo casi bis a bis con la criatura: la última escena, prodigio de final sorpresa, nos muestra el esperado enfrentamiento cara a cara después de un sensualísimo desprendimiento del uniforme: momento de privacidad junto al gato, cuando cree estar sola, para descubrir aterrorizada que el enemigo viaja con ella. Fascinante.
Pero son muchos más los momentos espléndidos: el descubrimiento de la señal exterior, que proviene de una nave casi fosilizada de otra (¿avanzadísima?) civilización diferente a nosotros, que fue atacada por estas criaturas que sólo tienen un objetivo: aniquilar y reproducirse. El plano de los tripulantes enfundados en sus trajes, contemplando a un enorme humanoide fosilizado que maneja un cañón, con un agujero en lo que se intuye su pecho es sublime.
También es muy destacable el papel de Ian Holm como el humanoide que descubrimos tardíamente y que resulta ser un aliado de la computadora madre de la nave: como una extraña criatura también, nave y androide, tienen como prioridad transportar hasta la Tierra toda forma de vida que las naves comerciales puedan encontrar, aunque ello conlleve sacrificar vidas. Ellos no comprenden que eso que tienen ordenado llevar como muestra puede acabar con todos, nave incluida.
Y para acabar, mención especial a la colosal, bellísima y poderosa Sigourney Weaver, que no sólo asciende en la ficción de graduación en la nave, sino que adquiere un protagonismo casi bis a bis con la criatura: la última escena, prodigio de final sorpresa, nos muestra el esperado enfrentamiento cara a cara después de un sensualísimo desprendimiento del uniforme: momento de privacidad junto al gato, cuando cree estar sola, para descubrir aterrorizada que el enemigo viaja con ella. Fascinante.