Lo que menos se espera uno cuando va a ver una película de Walt Disney es encontrarse con una exposición tan farragosa y cargada de nombres. Nombres, que por más que uno lo intente, es imposible retener. Consecuencia inmediata (e inevitable) del asunto: fruto de ese caos, que es un problema de guión (cada vez quedan menos buenos contadores de historias), se tiende a desconectar, a salirse uno de la historia. Y eso, señores, no es buena señal.

Lo único que queda medianamente claro es el comienzo y el final de la película. Y que cuando aparece la chica, indefectiblemente, va a acabar con el prota. En medio, un batiburrillo de múltiples avatares, que llegan a vislumbrarse, pero que nunca acaba uno de comprender en su plenitud. Lo de los nueve rayos, por más que lo mencionen, no queda claro en absoluto. La exposición es mala, mala de narices.

La verdad es que recuerda un poco a "Prince of Persia". Luego tiene cosas también de "Avatar", "La Guerra de las Galaxias" y hasta de "Espartaco". En fin, una mezcla un tanto rara... El prota, como está cachas, tiene que lucir torso. Las piernas se ve que no las trabajó mucho en el gimnasio y raro es que aparezca un plano del tren inferior. Y la chica que le da la réplica, no podía ser de otra forma, está macizorra. En conjunto, una peli para ver y olvidar. Si la puedes acompañar de palomitas y refresco de cola, eso que te habrás llevado, porque la cinta, repito, te va a dejar muy poco.