DIGO YO…

… que qué bonitos los trajes y los zapatos, las casas, los chicos y las chicas, el mar, la nieve. Incluso estar en el wáter es bonito en esta película. Y es que da la sensación de estar viendo un anuncio tras otro: de tabaco, de alcohol, de maquillaje, de perfumes y colonias. Y el culmen de todo esto llega con la estelar aparición de Jon Kortajarena (“más guapo que James Dean”), que parece llegado directamente de una pasarela y dispuesto a venderte unos pantalones que creo que le venían algo estrechos (¿o es que son así?). A partir de entonces la cosa se relaja. Y entremedias una bonita historia e incluso una buena película, especialmente en la segunda mitad cuando aparecen otros personajes que acompañen a Colin Firth.

Tom Ford logra reflejar el declive emocional y el último intento de agarrarse a algo de nuestro profesor. Por su parte el guión tiene una gran coherencia interna. Me gusta que se trate el amor entre hombres de una forma tan normal, tal como es, sin afectación ni excusas ni diferente a cualquier amor.

En fin, una película que va y viene entre lo onírico y lo real, algo que le favorecería si no fuera tan recargado, y llena de flashbacks. Puede gustar más o menos, pero lo que no se puede negar es el buen gusto que transpira.