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Voto de Don Hantonio Manué:
3
Romance. Comedia Inglaterra, finales del siglo XIX. El doctor Joseph Mortimer Granville inventó el primer consolador eléctrico para tratar lo que se conocía como histeria femenina, cuyos síntomas incluían insomnio, retención de fluidos, pesadez abdominal, espasmos musculares, irritabilidad o pérdida de apetito. (FILMAFFINITY)
26 de diciembre de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Narra los esfuerzos del doctor Granville, joven y entusiasta médico de ideas humanitarias, pero despreciado por sus colegas, por avanzar en el tratamiento de la denominada “histeria” femenina, lo cual lograría gracias a una fenomenal y revolucionaria invención; el vibrador eléctrico, primero usado como terapia médica y más tarde instrumento de placer femenino por antonomasia.

Se trata de una anécdota picantona, o susceptible de serlo, probablemente muy distorsionada, que sirve como base de una comedia romántica convencional al 100%, que cumple con todos los cánones, incluido el que se casen al final, con estereotipos estereotípicos (el Everett como Wilde wannabe… otra vez), solo que con el aderezo de época y una premisa supuestamente gamberra o provocativa que ni de lejos llega a serlo, lo cual es criminal y no tiene mucho sentido con semejante argumento entre manos.

Tiene algún chiste malicioso, relacionado con las pacientes del doctor y sus peculiares “dolencias”, pero abunda más el humor rancio y para abuelas (chistes de putas y de “¡vaya con estas mujeres!”), sin profundizar en nada: la patologización de cualquier comportamiento fuera de la moral imperante, el cambio político, con el sufragio femenino en el horizonte, la idea descabellada de la mujer como sujeto deseante…

Al final no es sino un escaparate para el lucimiento de un repartazo muy british, con puesta en escena sin aliciente alguno y una recreación decimonónica con tres pesetas en la que se nota que está todo rodado en un puto plató; es importante para la trama el que estemos en un Londres pretérito, caracterizado por unos ambientes insalubres y que esto fuese de hecho el principal problema para la salud y el bienestar… pues se nota todo limpísimo, vaya.

La crítica del imperio británico, su autocomplacencia, hipocresía de los de arriba, injusticias sociales y falsa caridad (el médico de postín para la gente bien frente al médico que realmente se remanga para lidiar con la miseria y la enfermedad), pues es de un trazo grueso impresionante. La Maggie hace de feminista incomprendida y radical, de ideas avanzadas capaces de hacer tambalearse el sistema… pero la película, más un cuento de hadas (sólo ligeramente desenfadado) que otra cosa, opta en su lugar por un progresismo sospechosamente reciente, de ramalazo cristiano, idealista y bienintencionado, enfocado además desde unas élites (ella misma) que no vienen precisamente del arroyo (salvando el mundo con el dinero de papá, al menos hasta que te corten el grifo), o bien desde ese individualismo luchador y “hecho a sí mismo”, como el prota.
Don Hantonio Manué
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