La traducción del título original parece el alter ego de “La gran evasión”, lo que lleva a pensar en una película de aventuras o de cárceles. Sin embargo, lo que me llevó a ver “Dreamscape” fueron la sinopsis y su llamativo cartel, los cuales parecían prometer una cinta fantástica y de aventuras.
La primera mitad del film es bastante interesante e incluso recuerda bastante a “Orígen” (seguramente “La gran huida” fue una de sus inspiraciones junto con “Dark City”). La atención se centra en un niño que tiene pesadillas y en el personaje de Dennis Quaid, que decide entrar en ellas para ayudarlo. Una vez soluciona el problema, el espectador (ingenuo) piensa: “ya ya, seguro que el problema no se ha resuelto”. Pero no, en efecto, el problema se ha solucionado (no especificaré de qué se trata el problema para no hacer spoilers). El espectador, aturdido, se pregunta entonces qué sentido tenía darle tanta importancia al niño, cuando, de improvisto, el interés del film se centra en una especie de complot contra el presidente (el niño ya no vuelve a aparecer). Por tanto, esta segunda mitad del film se transforma en un thriller en el que hay alguna que otra persecución (muy poco trepidante a ojos del espectador actual) y asistimos a lo más interesante (por decirlo así) de esta segunda mitad: un único sueño final, en el que el ritmo es poco dinámico y en el que la imaginación no abunda demasiado.
A pesar de ser una película irregular, tiene buenos momentos y un planteamiento interesante (aunque poco sorprendente hoy en día, después de tantas vueltas de tuerca como las que le dio Nolan a los sueños en “Origen”). Aun así, quizás por mi decepción al encontrarme ante un film menos fantástico de lo que me esperaba o quizás por la falta de ritmo de la segunda mitad y el desperdicio de las escenas oníricas, la puntúo con un 5.