Sorprendente. Cine de género de altura. Optimización al máximo de los pocos recursos que tiene el filme para obtener un producto magnífico. Una especie de percebes alienígenas con un aire a lo "Alien" - pero al rompepechos, no al monstruo crecidito- asaltan una población en un entorno rural y empiezan a devorar, con una maléfica glotonería, a todos los humanos que van encontrado. Cuanto más comen, más crecen. No obstante, la mayor parte de la historia se centra en una vivienda y en la desdichada familia que la habita. Todo ello nos recordará a filmes posteriores como Critters (1986) y su sótano .y al filme español Slugs, muerte viscosa (1988).

El trabajo del director en su único filme es sensacional, emplea de manera magistral la penumbra y las luces de las linternas en el sótano; ese ejercicio de habilidad se puede disfrutar en la construcción de la angustiosa y agobiante secuencia del hijo menor cuando descubre lo que sucede en el sótano, secuencia que va in crescendo, desde ese momento cuando la luz de la linterna ilumina y ves pasar el polvo frente a la misma, a la manera de descubrir al monstruo a partir de las pistas chapoteantes en el agua, y la sangre fría del adolescente cuando ve que es lo que se está comiendo el monstruo. El director mima todos los planos, y los construye de tal manera para ofrecernos el máximo de información en cada secuencia (leer spoiler). Aparte de un buen guión, unas buenas actuaciones y una insuperable dirección, la BSO es otro descubrimiento, cuya obertura en los títulos iniciales está a la altura de los clásicos del género como son las composiciones de Carpenter para sus filmes.

Los efectos especiales, clásicos y no infográficos, son una maravilla. Un gore artesano e imaginativo y unos monstruos de pesadilla, con esa boca plagada de tropecientas filas de dientes y que mutilan y decapitan con una facilidad pasmosa.

Quizás lo único llamativo, por lo obsoleto, es el interior de las viviendas, con esos horrorosos papeles pintados, antiguos incluso para aquellos años, y que impactan en la retina por su aspecto tan kitsch y feista.

Una pequeña joya. Hay que distrutarla. Y el monstruo, con todas sus limitaciones, Es magnífico.