Típica película japonesa de gente torturada, con demasiado tiempo para pensar. Si mirasen en su móvil adolescentes salidas en "Tik Tok", youtubers recomendando que hacer con su vida o simplemente, ojear los diarios deportivos online japoneses, que seguro que los hay, lo más fácil es que no sufrirían tanto como los personajes de esta película. De hecho, el protagonista no sé si tiene móvil y si lo tiene, no lo usa ni para saber si va a llover en Hiroshima. Y luego es curioso que haya sido nominada a cuatro oscars. El mundo del esnobismo y la pedorrez en el cine tiene la sombra muy alargada. Me cuesta creer que los miembros de la academia se traguen las tres horas y pico de este filme. Pero queda muy intelectual proponerlo,mientras ves un blockbuster en tu tele.

"Drive my car" es la típica película japonesa de autor, de esas que llegan a cientos a las salas de cine gafapástico. Un producto para los festivales de cine de gente sesuda y aburrida. Drama, sexo, inclusividad y subtítulos. La combinación perfecta para los cinéfilos de pro. Y como les ocurre a todos estos filmes, sean japoneses, portugueses, iranies, estonios o chinos, se acabarán olvidando con el tiempo. Un tiempo corto, añado. ¿Como es la película? Pues un drama sólido, con diálogos nada creíbles, pausas teatrales y gente con extrañas relaciones personales. Verse, puede verse. Su labor actoral es fría, medida, pausada, de laboratorio. ¿Emociona? En absoluto. Nada. Ninguna secuencia o escena te toca la fibra sensible, como sí sabia hacer Takeshi Kitano en sus filmes "Hana-bi", "Dolls" o "El verano de Kikujiro". Aquí hay mucha gente triste pero con poca capacidad de transmitir algo de emotividad. Les falta espíritu y les sobra rigidez. ¿Puede verse? Si quieres dedicar una tarde al filme, pues tu mismo. Larga lo es. En exceso para lo que relata. Y sus títulos tardan como veinte minutos en aparecer.