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Drive My Car

Drama Pese a no ser capaz de recuperarse de un drama personal, Yusuke Kafuku, actor y director de teatro, acepta montar la obra "Tío Vania" en un festival de Hiroshima. Allí, conoce a Misaki, una joven reservada que le han asignado como chófer. A medida que pasan los trayectos, la sinceridad creciente de sus conversaciones les obliga a enfrentarse a su pasado. (FILMAFFINITY)
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Críticas 108
Críticas ordenadas por utilidad
9 de febrero de 2022
344 de 567 usuarios han encontrado esta crítica útil
No lo sé, a veces creo que no sé absolutamente nada de cine. Y supongo que será cierto, porque no he visto en esta película ni una sola cosa positiva, mucho menos para que tenga la nota que tiene, las críticas que está obteniendo por parte de los críticos y la de nominaciones y premios que está recibiendo, entre ellos mejor guion en Cannes y mejor película en los Oscar. Que últimamente tampoco es que signifique demasiado, pero ahí es nada.

La dirección de Hamaguchi es de las que las que los especialistas suelen tildar de sobria, elegante y precisa. Lo que traducido a idioma de los que no tienen el carnet de la filmoteca de su pueblo significa fría, pretenciosa y soporífera. Y además totalmente impersonal. Parece dirigida por un robot. Uno, por cierto, al que no le gustan demasiado ni el cine ni los seres humanos. Porque si no a ver a cuento de qué tiene que durar esta película 3 horas si se basa en un relato (ni siquiera novela corta) de Murakami. 3 horas eternas en las que la mitad del tiempo no pasa absolutamente nada que merezca la pena.

Los actores están bien, supongo. Hamaguchi, imagino, les pidió a todos que actuaran de la misma manera que el protagonista les pide a sus actores que actúen en su obra de teatro. Es decir, sin ningún atisbo de emoción. Todos sueltan sus frases como si fueran robots de cocina. Pero no robots de cocina normales, no. Robots de cocina que están hartos de su existencia y desean con toda su alma convertirse en humanos de carne y hueso para poder cortarse las venas.

Desquiciante es poco.

El guion, para acabar, se resume en conversaciones artificiales entre nuestros estimulantes personajes, cintas de casete que el protagonista utiliza para memorizar los textos de las obras de teatro y largos silencios que supongo estarán llenos de significado para aquellas personas que, como dije antes, son críticos especializados o tienen el carnet de la filmoteca de su pueblo. Todo ello da como resultado una película sin ritmo, repetitiva y aburrida hasta decir basta.

A la hora y pico estuve a punto de dejar de verla, pero vencí a los bostezos y aguanté hasta el final. Estoy seguro de que me arrepentiré toda mi vida.

Dicho esto, podéis pensar o decir de mí todo lo que queráis. Que es que no sé de cine. Que me vaya mejor a ver la última de Fast and Furious. Que si no se hizo la miel para la boca del asno... Lo que queráis. Me da exactamente igual. Para mí esto no es más que un producto pretencioso pensado para que lo vean los cuatro cultos de turno y ganar los premios de la crítica en festivales. Nada más.

Nota final: 3
josh710
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10 de febrero de 2022
140 de 227 usuarios han encontrado esta crítica útil
Confieso que quizás sea un espectador extraño. La clase de espectador al que le gusta el cine independiente pero que odia profundamente esa necesidad de los directores de este corte de alargar hasta el aburrimiento sus largometrajes. ¿Acaso no saben contar las películas en menos tiempo? ¿O acaso creen que recrearse en escenas que no aportan nada va a llamar positivamente la atención de 'entendidos" y de críticos petulantes?
Qué pereza, en serio.
Alarroca
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8 de septiembre de 2021
114 de 182 usuarios han encontrado esta crítica útil
'Drive my car' es la mayor cumbre que ha alcanzado el cine de Hamaguchi hasta el momento. Una obra en la que se condensan elementos presentes en muchas de sus primeras películas, como la introducción del teatro que era el alma de 'Intimacies', la infidelidad de 'Passion' o la complejidad emocional de 'Asako I y II.

Por lo que tengo entendido, la obra se inspira en un relato de Murakami pero difiere bastante del mismo. Dentro de sus tres horas de duración podemos diferenciar claramente dos partes separadas entre sí por un salto temporal. La primera hace hincapié en plasmar la peculiar relación entre el protagonista y su mujer, con un tono sensual por momentos que le sienta muy bien. Esta parte introduce la complejidad emocional que rige su relación y que será la base para las segunda parte, que ocupa prácticamente las dos horas posteriores del metraje.

En esta segunda parte es donde se introduce por fin al personaje principal femenino, una mujer joven poco habladora y muy diligente con su trabajo con la que el protagonista conectará a través del dolor y de las cicatrices que han marcado sus vidas, creando entre sí un vínculo que conseguirá calmar y consolar el dolor que ambos arrastran de una forma muy íntima y sincera.

Hamaguchi ya había usado el coche -o el metro- en otras de sus películas como espacio íntimo para desarrollar conversaciones profundas, pero aquí está en otro nivel. Especialmente interesante el uso del propio silencio para intensificar las pocas palabras que se recitan en ciertos momentos. Hamaguchi siempre maneja esto de una manera que resulta cautivadora.

La integración de la obra de teatro es un elemento muy interesante, tanto por el carácter multilinguístico de la obra como por la forma en que exprime la posibilidad de introducir personajes secundarios que alimentan la trama principal. Los ensayos y la ejecución de la obra se llevan algunos de los mejores momentos de la película, especialmente con la mujer coreana muda que interpreta mediante el lenguaje de signos.

Todo esto hace que las 3 horas de metraje transcurran con una velocidad pasmosa, a diferencia de lo que ocurría en 'Happy Hour' donde los minutos pesaban más. Sorprendentemente, no es una película densa pero tiene un calado emocional muy profundo. El contraste entre la complejidad emocional y la sencillez con la que va poco a poco liberando ese nudo es maravillosa. El estilo de Hamaguchi, especialmente en esas conversaciones sin cortes donde los diálogos y el silencio se dan la mano, me resulta completamente arrebatador.

Es, sin duda, una de las mejores películas japonesas actuales que he visto en mucho tiempo.
Selasor
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13 de febrero de 2022
76 de 108 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras unas tres horas ampliamente dominadas por silencios innecesariamente prolongados y misterios cocinados a fuego lento, salgo de la sala de cine con una amarga pero inevitable sensación de desagrado y agotamiento, una desgana cada vez más familiar durante estás épocas de frío tan insoportables.

Ryûsuke Hamaguchi, director japonés y posible futuro coleccionista de estanterías en respuesta a una importante cantidad de reconocimientos académicos, nos reta a mantener nuestra concentración en una ceremonia introspectiva absolutamente entregada a la indiferencia y la ambigüedad. Todo se siente excesivamente calculado y distante a pesar de explorar temas a priori muy personales y cercanos como la propia voluntad de vivir, la necesidad de seguir adelante o la importancia del arte para sanar profundas heridas. Es lo que ocurre cuando estamos ante una película que suele atender más a la cabeza que al corazón, que enreda al espectador en un limbo de emociones que nunca terminan de florecer.

No he sido capaz de dejarme llevar por la sobriedad de su intriga o su escrupuloso estudio de personajes, y puedo asegurar que he puesto de mi parte para entender y abrazar este nuevo fenómeno cinematográfico. Una obra anecdótica más allá de la belleza técnica de sus imágenes. La ausencia de sonido y la eterna búsqueda de trascendencia como herramienta estelar para orquestar el nacimiento del sopor.
marchenator
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9 de noviembre de 2021
67 de 97 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un coche rojo recorre el laberinto de asfalto que conocemos como Tokio: autopistas que se abren paso entre los rascacielos, rodeando sus siluetas de acero con el hormigón. Todo es gris, inmóvil, inerte, excepto el auto color pasión que se desplaza de un punto a otro durante el prólogo de la película, como queriendo demostrar su vivacidad. Podría decirse que la red de carreteras parece un sistema circulatorio que se origina en el coche, salvo que aquí el corazón, perdido, recorre los rincones de la vida rutinaria de su dueño, un dia tras otro recorriendo los carriles de ida y de vuelta, las arterias y las venas, como si fuese incapaz de ubicarse, de encontrar su sitio.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
harryhausenn
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