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Voto de Danivtar:
8
6,8
10.709
Drama. Terror. Intriga
Narra las secuelas que sufre un soldado que participó en la guerra de Vietnam. El cartero neoyorkino Jacob Singer intenta evitar que los jirones de su vida terminen de deshilacharse. Lo acosan incesantes flashbacks de su primer matrimonio, de su hijo muerto y de su periodo de servicio en Vietnam. En su nueva esposa busca un asidero hacia la lucidez, pero la línea entre la realidad y el delirio se hace cada vez más delgada.
29 de octubre de 2019
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
'Alucinaciones del pasado', tal el título con que se conoció este film en Argentina. Un film extraño, "mesmerizante" como suelen decir, serio, una de esas rara avis que terminan siempre teniendo su altar en la catedral del cine de culto. El director Adrian Lyne, con varios títulos resonantes y comerciales en su haber, esta vez se ha inclinado por una obra que nos recuerda nombres como Lynch y Polanski, tal vez sin la suerte de sus otros trabajos en términos de "éxito", pero que aquellos que esperamos del cine eso que lo hace mágico y revelador no dejamos nunca de agradecer, y sí, reverenciar también en el altar respectivo. Es una de esas películas que fascinan en un primer visionado, pero dejando inquietudes, interrogantes, incógnitas que nos la dejan clavada como una espina en la mente, asegurando la cita hacia nuevos encuentros en nuevas revisiones: su misterio no se abre totalmente sin algo de trabajo por parte de los que han sintonizado con ella.
La labor de dirección es excelente, con una compleja estructura de flashbacks y escenarios en los que el héroe Jacob Singer -estupendo Tim Robbins- se mueve como en un tembladeral de irrealidad, que a nosotros también nos fascina, inquieta y asusta. Le disculpo ciertos recursos más propios de los thrillers vulgares, como esos típicos autos que estallan en llamas; en este sentido el film pierde bastante de la pureza que podría haber tenido, y no llega al nivel de expresiones como por ejemplo aquella 'El Inquilino' de Polanski. No ha quedado redonda, ciertamente, no de diez, pero memorable al fin y al cabo. Me meto un poco con su asunto en spoiler.
La labor de dirección es excelente, con una compleja estructura de flashbacks y escenarios en los que el héroe Jacob Singer -estupendo Tim Robbins- se mueve como en un tembladeral de irrealidad, que a nosotros también nos fascina, inquieta y asusta. Le disculpo ciertos recursos más propios de los thrillers vulgares, como esos típicos autos que estallan en llamas; en este sentido el film pierde bastante de la pureza que podría haber tenido, y no llega al nivel de expresiones como por ejemplo aquella 'El Inquilino' de Polanski. No ha quedado redonda, ciertamente, no de diez, pero memorable al fin y al cabo. Me meto un poco con su asunto en spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El Tema de 'La Escalera de Jacob' es esencialmente la muerte, sobre todo la muerte como tránsito. Jacob Singer es un combatiente en Vietnam que ha sido herido de muerte y agoniza. De sus datos objetivos es todo lo que sabremos. Este film, al igual que unos cuantos, particularmente algunos de David Lynch, es de aquellos en los que el cine se aventura a ingresar en ese campo subjetivo de una mente individual, a veces del sueño, haciendo de alguna manera posible ese imposible de conocer, y vivenciar sobre todo, otros sueños y otras subjetividades que no sean las nuestras propias. Menuda y milagrosa magia.
Así pues, sabremos de Jacob aquello que de él su mente en su cuerpo agonizante, su psique, nos dejará saber; pero nada de la relación de ese mundo psicológico y onírico con la realidad palpable. Jacob está muriendo, y mientras muere sueña, y mientras sueña vive, como todos nosotros vivimos nuestros propios sueños, experiencia ciertamente no menos legítima que la vida de vigilia. La materia, en este marco, de la propuesta de Adrian Lyne, no es otra que el trámite, el comercio por así decir, con la muerte en ciernes: la común e ignota epopeya de la mente andando a tientas entre el mundo que ha conocido, amado y odiado, y ese otro mundo absolutamente desconocido en el que deberá ingresar. Allí se debate entre sus recuerdos, sus apegos y ataduras, sus miedos y resistencias, su instinto de supervivencia y su destino de tener que morir. Pero no lo hace solo, claro que no. Si existen guías que nos asisten en algo tan simple como visitar un lugar del mundo, cómo no habrá seres, entidades, que nos conduzcan en ese viaje que no tiene retorno. Ésta es también la materia del film. Destaca en esta cuestión el entrañable y conmovedor personaje encarnado por Danny Aiello, el "salvavidas", el "querubín gigante", como lo llama Jacob. Pero también están los demonios, entidades horrendas y terroríficas. (El conocido Libro Tibetano de los Muertos nos habla de "deidades pacíficas" y "deidades iracundas", mismas en las que muy probablemente se haya inspirado el director.)
Louis -el "querubín" Danny Aiello- le explica a Jacob que el infierno que dice estar sintiendo y padeciendo es simplemente el lugar donde se quema todo aquello que nos mantiene atados a la existencia. Notemos que, desde su agonía, el sueño a través del cual transita hacia su postrer aliento no consiste en otra cosa que en pérdidas. Así, se encuentra viviendo con una desconocida, no con su mujer y sus hijos, con lo cual ya ha perdido a su familia; recuerda la muerte de su hijo menor y más querido (no sabemos si eso coincide con lo que fuera su vida real o es un hecho creado por el sueño); la amante quema sus fotos familiares; en cierto episodio alguien le roba la billetera donde había guardado la única foto que le quedaba de su hijo supuestamente muerto... y así, sucesivamente, todos sus atributos existenciales le van siendo arrebatados.
Es sencillamente genial y un lujo la cita de Mester Eckhart cuando Danny Aiello le explica, le revela:
"Eckhart también descendió al infierno. ¿Sabes lo que dijo? Dijo que la única cosa que se quema en el infierno es la parte tuya que no quiere soltar la vida. Tus recuerdos, tus apegos... Todos se queman. Pero no te están castigando, dijo. Están liberando tu alma. Tal como él lo ve, si tienes miedo de morir y te resistes verás demonios destruyendo tu vida. Pero si estás en paz, los demonios son realmente ángeles liberándote de la Tierra. Todo es según lo mires. Así que no te preocupes, ¿eh?"
Así pues, sabremos de Jacob aquello que de él su mente en su cuerpo agonizante, su psique, nos dejará saber; pero nada de la relación de ese mundo psicológico y onírico con la realidad palpable. Jacob está muriendo, y mientras muere sueña, y mientras sueña vive, como todos nosotros vivimos nuestros propios sueños, experiencia ciertamente no menos legítima que la vida de vigilia. La materia, en este marco, de la propuesta de Adrian Lyne, no es otra que el trámite, el comercio por así decir, con la muerte en ciernes: la común e ignota epopeya de la mente andando a tientas entre el mundo que ha conocido, amado y odiado, y ese otro mundo absolutamente desconocido en el que deberá ingresar. Allí se debate entre sus recuerdos, sus apegos y ataduras, sus miedos y resistencias, su instinto de supervivencia y su destino de tener que morir. Pero no lo hace solo, claro que no. Si existen guías que nos asisten en algo tan simple como visitar un lugar del mundo, cómo no habrá seres, entidades, que nos conduzcan en ese viaje que no tiene retorno. Ésta es también la materia del film. Destaca en esta cuestión el entrañable y conmovedor personaje encarnado por Danny Aiello, el "salvavidas", el "querubín gigante", como lo llama Jacob. Pero también están los demonios, entidades horrendas y terroríficas. (El conocido Libro Tibetano de los Muertos nos habla de "deidades pacíficas" y "deidades iracundas", mismas en las que muy probablemente se haya inspirado el director.)
Louis -el "querubín" Danny Aiello- le explica a Jacob que el infierno que dice estar sintiendo y padeciendo es simplemente el lugar donde se quema todo aquello que nos mantiene atados a la existencia. Notemos que, desde su agonía, el sueño a través del cual transita hacia su postrer aliento no consiste en otra cosa que en pérdidas. Así, se encuentra viviendo con una desconocida, no con su mujer y sus hijos, con lo cual ya ha perdido a su familia; recuerda la muerte de su hijo menor y más querido (no sabemos si eso coincide con lo que fuera su vida real o es un hecho creado por el sueño); la amante quema sus fotos familiares; en cierto episodio alguien le roba la billetera donde había guardado la única foto que le quedaba de su hijo supuestamente muerto... y así, sucesivamente, todos sus atributos existenciales le van siendo arrebatados.
Es sencillamente genial y un lujo la cita de Mester Eckhart cuando Danny Aiello le explica, le revela:
"Eckhart también descendió al infierno. ¿Sabes lo que dijo? Dijo que la única cosa que se quema en el infierno es la parte tuya que no quiere soltar la vida. Tus recuerdos, tus apegos... Todos se queman. Pero no te están castigando, dijo. Están liberando tu alma. Tal como él lo ve, si tienes miedo de morir y te resistes verás demonios destruyendo tu vida. Pero si estás en paz, los demonios son realmente ángeles liberándote de la Tierra. Todo es según lo mires. Así que no te preocupes, ¿eh?"