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Voto de Havezethario:
6
8,6
175.906
Drama
Oskar Schindler (Liam Neeson), un empresario alemán de gran talento para las relaciones públicas, busca ganarse la simpatía de los nazis de cara a su beneficio personal. Después de la invasión de Polonia por los alemanes en 1939, Schindler consigue, gracias a sus relaciones con los altos jerarcas nazis, la propiedad de una fábrica de Cracovia. Allí emplea a cientos de operarios judíos, cuya explotación le hace prosperar rápidamente, ... [+]
10 de junio de 2010
118 de 210 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Cuál es el mejor (y no demiasiado difícil) logro de cualquier buena película bélica, histórica y realista? Ir más allá de lo obvio.
Y con una película de tres horas y en blanco y negro, que pretenda ser seria y adulta, y trate sobre algo tan importante como el Holocausto, eso no es algo bueno ni positivo, sino necesario.
Y esta película ni lo logra ni lo intenta.
No voy a denunciar falsedades, porque no hay razón para ello.
Yo nunca negaré que el pueblo judío fue esquilmado durante generaciones. Tampoco voy a negar que los Ejércitos de la Alemania Nazi hubiera psicóticos; de hecho Amon Goeth debía de ser tal y como nos lo presentan en esta película. Y no, no voy a negar que todas las atrocidades que se nos muestran explícitamente en la película fueran reales o incluso peores.
El problema es que todo eso ya es de sobra sabido por todos. Son nociones que forman parte de la Historia, de la Cultura e incluso del mundo real, y llevarlas a un medio artístico con tanta simpleza y obviedad es un error colosal. Y no: hacerlo durante tres horas y con unos magníficos actores (sin duda l mejor de la película) no lo hace menos plano, simplón y estúpido.
Y con esto me refiero a que, quedándonos cortos, la mitad de la película se reduce a una expresión tristemente simple: nazis masacrando a judíos. A manta, uno por uno.
Y lo peor de todo es la caracterización de los mismos. Los judíos son representados como una comunidad de personas amables, solidarias, responsables, cultas y ridículamente sumisas, pero además, todos ellos absolutamente iguales. Spielberg no se molesta en diferenciar a unos personajes de otros más que en su edad y su género, ni nos invita a conocer nada de ninguno más allá de la superficie.
Y con los nazis que vemos aquí, que no son tantos, pues lo mismo: crueles, sádicos, autodestructivos y nada más. Incluso el posible enamoramiento de un nazi respecto a una judía se queda en un efímero juego de manos.
No hace falta ser un genio para darse cuenta de que todo esto está ahí puesto para meternos en el cerebro algo tan sencillo como que los judíos eran los inocentes y los desventurados, mientras que los nazis eran sencillamente un ejército de demonios inhumanos.
En serio, ¿a nadie le parece ridículo que semejante combinación de simpleza, obviedad y maniqueísmo barato se combinen en una película de tres horas?
Tanto es así que en esta película no hay ni un solo personaje con un mínimo de carisma, complejidad o profundidad. Son todos planos, de una sola dimensión, salvo Schindler, cuya evolución es más que discutible. Lo largo y repetitivo del juego de víctimas y villanos se come a todos los demás.
La película finaliza y al espectador no se le ha planteado la más mínima pregunta, ni dilema, ni tema de reflexión. Sólo se le ha dado una lección de cuento infantil. Y nadie que vea la película aprenderá absolutamente nada acerca de judíos ni de nazis. ¿"Recordarnos que semejante barbaridad existió"? Ah, pero, ¿ya no existe?
Y con una película de tres horas y en blanco y negro, que pretenda ser seria y adulta, y trate sobre algo tan importante como el Holocausto, eso no es algo bueno ni positivo, sino necesario.
Y esta película ni lo logra ni lo intenta.
No voy a denunciar falsedades, porque no hay razón para ello.
Yo nunca negaré que el pueblo judío fue esquilmado durante generaciones. Tampoco voy a negar que los Ejércitos de la Alemania Nazi hubiera psicóticos; de hecho Amon Goeth debía de ser tal y como nos lo presentan en esta película. Y no, no voy a negar que todas las atrocidades que se nos muestran explícitamente en la película fueran reales o incluso peores.
El problema es que todo eso ya es de sobra sabido por todos. Son nociones que forman parte de la Historia, de la Cultura e incluso del mundo real, y llevarlas a un medio artístico con tanta simpleza y obviedad es un error colosal. Y no: hacerlo durante tres horas y con unos magníficos actores (sin duda l mejor de la película) no lo hace menos plano, simplón y estúpido.
Y con esto me refiero a que, quedándonos cortos, la mitad de la película se reduce a una expresión tristemente simple: nazis masacrando a judíos. A manta, uno por uno.
Y lo peor de todo es la caracterización de los mismos. Los judíos son representados como una comunidad de personas amables, solidarias, responsables, cultas y ridículamente sumisas, pero además, todos ellos absolutamente iguales. Spielberg no se molesta en diferenciar a unos personajes de otros más que en su edad y su género, ni nos invita a conocer nada de ninguno más allá de la superficie.
Y con los nazis que vemos aquí, que no son tantos, pues lo mismo: crueles, sádicos, autodestructivos y nada más. Incluso el posible enamoramiento de un nazi respecto a una judía se queda en un efímero juego de manos.
No hace falta ser un genio para darse cuenta de que todo esto está ahí puesto para meternos en el cerebro algo tan sencillo como que los judíos eran los inocentes y los desventurados, mientras que los nazis eran sencillamente un ejército de demonios inhumanos.
En serio, ¿a nadie le parece ridículo que semejante combinación de simpleza, obviedad y maniqueísmo barato se combinen en una película de tres horas?
Tanto es así que en esta película no hay ni un solo personaje con un mínimo de carisma, complejidad o profundidad. Son todos planos, de una sola dimensión, salvo Schindler, cuya evolución es más que discutible. Lo largo y repetitivo del juego de víctimas y villanos se come a todos los demás.
La película finaliza y al espectador no se le ha planteado la más mínima pregunta, ni dilema, ni tema de reflexión. Sólo se le ha dado una lección de cuento infantil. Y nadie que vea la película aprenderá absolutamente nada acerca de judíos ni de nazis. ¿"Recordarnos que semejante barbaridad existió"? Ah, pero, ¿ya no existe?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La historia de Oskar Schindler es la de un empresario que, durante el Holocausto, contrata a judíos de un campo de concentración para que trabajen en su fábrica. Sin embargo, ver el horrible trato que reciben le impulsará a contratar al máximo número de ellos para trasladarlos y salvarles la vida.
El que esta película se halla visto rellenada con este ridículo juego maniqueísta es casi tan nefasto como que la propia película haya sido encumbrada. Y luego nos quejamos de que Hollywood nos trate como a idiotas.
El Holocausto reducido a víctimas y a villanos, y el nazismo reducido al desequilibrio mental. Es curioso, pues Spielberg posee una, en mi opinión, gran película ambientada en la Segunda Guerra Mundial: "El Imperio del Sol", una película en la cual se nos presenta el principio humano y de allí las caras positivas o negativas de todos los pueblos, culturas, naciones e ideologías presentes en este devastador conflicto. Y todo ello a través de personajes individuales y diferentes.
Pero aquí, no. Aquí la cosa se nos pone, a falta de una expresión mejor, en blanco y negro.
Y a ello cabe sumar algunas muertes un tanto estúpidas.
Por ejemplo, que un judío se esconda en un piano y al salir pise las teclas. Yo, humildemente y sin ser gimnasta, no haría eso. Y creo que no estaba lo bastante oscuro como para que no le viéramos a pesar del blanco y negro.
O que una joven judía, en mitad de un traslado, se ponga a tocarle las narices a un coronel presumiendo de que está titulada en ingeniería. Yo, humildemente y sin ser el más bocazas y el más callado, no haría eso.
O que un señor judío, en la fábrica, no piense en su propia vida a tiempo para hacer más visagras, ni para decir que ha hecho más y las ha entregado.
Es triste que, en un intento de homenajear a un grupo de gente mostrándola llena de virtudes, se la muestre accidentalmente como tan idiota.
Y lo peor: la evolución de Oskar Schindler me parece sencillamente falsa.
Y no por ello me parece ilógica ni incomprensible.
El que un hombre medianamente inteligente y de su edad en un principio no se preocupe por lo que está sucediendo con los judíos (porque es obvio que bien sabe desde el principio qué les está sucediendo), y al final rompa en lágrimas por no haber podido salvarles la vida a más de ellos tiene una explicación: el personaje ha conocido a los judíos en persona, ha establecido un lazo y su punto de vista ha cambiado tras una reflexión.
Eso es comprensible, pero el problema es que Spielberg no se molesta en que el espectador haga lo mismo. Y por eso es falso a la par que absurdo.
El que esta película se halla visto rellenada con este ridículo juego maniqueísta es casi tan nefasto como que la propia película haya sido encumbrada. Y luego nos quejamos de que Hollywood nos trate como a idiotas.
El Holocausto reducido a víctimas y a villanos, y el nazismo reducido al desequilibrio mental. Es curioso, pues Spielberg posee una, en mi opinión, gran película ambientada en la Segunda Guerra Mundial: "El Imperio del Sol", una película en la cual se nos presenta el principio humano y de allí las caras positivas o negativas de todos los pueblos, culturas, naciones e ideologías presentes en este devastador conflicto. Y todo ello a través de personajes individuales y diferentes.
Pero aquí, no. Aquí la cosa se nos pone, a falta de una expresión mejor, en blanco y negro.
Y a ello cabe sumar algunas muertes un tanto estúpidas.
Por ejemplo, que un judío se esconda en un piano y al salir pise las teclas. Yo, humildemente y sin ser gimnasta, no haría eso. Y creo que no estaba lo bastante oscuro como para que no le viéramos a pesar del blanco y negro.
O que una joven judía, en mitad de un traslado, se ponga a tocarle las narices a un coronel presumiendo de que está titulada en ingeniería. Yo, humildemente y sin ser el más bocazas y el más callado, no haría eso.
O que un señor judío, en la fábrica, no piense en su propia vida a tiempo para hacer más visagras, ni para decir que ha hecho más y las ha entregado.
Es triste que, en un intento de homenajear a un grupo de gente mostrándola llena de virtudes, se la muestre accidentalmente como tan idiota.
Y lo peor: la evolución de Oskar Schindler me parece sencillamente falsa.
Y no por ello me parece ilógica ni incomprensible.
El que un hombre medianamente inteligente y de su edad en un principio no se preocupe por lo que está sucediendo con los judíos (porque es obvio que bien sabe desde el principio qué les está sucediendo), y al final rompa en lágrimas por no haber podido salvarles la vida a más de ellos tiene una explicación: el personaje ha conocido a los judíos en persona, ha establecido un lazo y su punto de vista ha cambiado tras una reflexión.
Eso es comprensible, pero el problema es que Spielberg no se molesta en que el espectador haga lo mismo. Y por eso es falso a la par que absurdo.