La poesía, como elemento artístico, necesita de introspección, un ejercicio de sensibilidad que Jarmusch lleva a la gran pantalla. Sacando inspiración de cualquier rincón que transite, el protagonista tiene la habilidad de llenar una película de personalidad abrumadora, pero también tremendamente tímida a la que le cuesta salir de su zona de confort. Así es “Paterson”, una loable película que se esconde tras una pose de perfil bajo.

Pero además de este ejercicio de detalle, la película necesita del ritmo adecuado para contar su historia, necesita vitalidad. Y aunque en ningún momento es triste, parece demasiado sensible a veces, siendo una película bonita a la que le falta algo. Un poco de sangre caliente como punto de inflexión le hubiera venido bien, ese del que tirar cuando algo se tuerce o no avanza. Su narración es algo rutinaria, como anclada en una indefinición constante lejos de esa poesía que fluye de la vida misma. Todo tiene sentido en el contexto, pero para el espectador todo resulta lento porque las escenas se repiten y las secuencias recuerdan a las ocurridas el día anterior. También es un punto fuerte a la vez, narrar el día a día de este tranquilo conductor de autobús y ser capaz de obtener matices y detalles para alimentar sus versos. La película hace su parte, pero Jarmusch sabe bien en qué momento empezar y terminar sus ideas para que el conjunto adquiera cuerpo.

Driver, curtido como cómico, cuida con esmero su trabajo con una pausada y reflexiva actuación. Para este aficionado poeta ensimismado en su mundo necesitaba olvidar anteriores registros, y lo hace perfectamente. Un personaje sensible con los detalles que, para más coincidencia, se llama igual que el pueblo en el que vive. Driver es el alma de la película y más teniendo como contrapunto a una novia inconstante que permanentemente sueña despierta.

En general no hay nada nuevo en “Paterson”, es una bonita película que destaca por su esfuerzo narrativo (los versos se acumulan en la pantalla para que permanezcan ahí, en la memoria colectiva), por la creación de un proyecto poético que toma inspiración de cualquier cosa. Una película muy personal que tiene una gran factura pero que pierde fuelle hacia la mitad para acabar como empezó, con todo el día por delante.