Siempre irreverentes y para nada políticamente correctos, los Farrely vuelven a la carga con una película irregular, pero llena de situaciones graciosas que se valen de un humor negro marca de la casa para hacernos disfrutar.

¿Qué mejor escenario que la eterna crisis de los 40 para explorar las relaciones de pareja con un poco de humor? Sin duda se trata de un tema bastante tratado y que nos ha dado todo tipo de películas, pero visto bajo la mirada de los Farrelly siempre hay algo nuevo.

Con un Wilson bastante más comedido que en otras ocasiones, el casting de su compañero de juergas es realmente acertado. Sudeikis se pone al servicio de la comedia sin intentar robar innecesariamente los planos porque el guión está preparado para que los tenga sin necesidad de asomarse en exceso. En general, el reparto es acertado y crea un conjunto muy homogéneo.

Aunque algunos gags sean algo recurrentes y sencillos, la originalidad al ser concebidos es excelente, y hay tres o cuatro momentos memorables que nos quedarán en la retina al igual que lo hizo el dichoso peinado de Cameron Diaz. Las carcajadas están aseguradas aunque al final tengas la sensación de que ya lo habías visto, o al menos algo parecido.

No va a decepcionar a aquellos que busquen una historia de parejas salpicada con toques de brocha gorda. Al final ya sabemos que las aguas volverán a su cauce, pero lo que importa es el camino que han recorrido para llegar allí.