Esta es la historia de todo lo que NO se debe hacer al mezclar género tan dispares. Es cierto que el Oeste y los alienígenas se parecen como un huevo y una gallina, pero también es cierto que siempre que imaginamos una invasión extraterrestre lo hacemos en el presente, sin tener en cuenta que podrían haber llegado antes.

No era mala idea hacer un blockbuster veraniego y romper las taquillas con estos géneros, pero también era una oportunidad de hacer algo refrescante y nuevo. Poner las bases para construir un nuevo modo de reinventarse, sobre todo ahora con tantas precuelas y secuelas que uno puede ya perderse.

Sin embargo, a lo que se han limitado Favreau y compañía es a meter en una coctelera todos los tópicos de los géneros, agitar y servir. Se han molestado en pensar, pero no tanto en el guión y su desarrollo como en los ceros que iba a producir la película en taquilla.

Y para conseguir su objetivo, ficharon a dos actores destacados tanto por su labor como por la fama que les han concedido sus personajes pasados. Actores Craig y Ford que ponen todo de su parte para reflotar la película, pero que poco tienen que hacer si lo demás no convence.

Por destacar algo, los efectos especiales son dignos de una gran superproducción y dan sensación de trabajados. Es una lástima que el desarrollo del guión busque una forma tan simple de acabar que, la verdad, ya hemos visto muchas veces.