¡Scorsese ha vuelto cabrones! ¡Quiere su puto Oscar! ¡De una jodida vez! ¡Ya!
Perdón por el vocabulario, pero si este señor posee el “honor” de que una de sus películas (la estupenda “Casino”) tenga el récord Guinness de ser el filme con más tacos de la historia, unos tres por minuto, habrá que escribir las críticas a tono con sus magnas obras.

En la próxima entrega de los Oscars tiene todas las papeletas, pero a los miembros de la academia les encanta eso de ver la cara de palo que se le queda a Martin cada vez que acaba eso de “and the winner is….”. Y este año hasta puede que suene el nombre de “Pedroooooooo” con tal de que los espectadores se rían un poco de la desgracia ajena.

Aunque si la tarjetita en cuestión la escriben los traductores que han realizado la enorme traducción del título…cuidado… puede que se escuche el nombre de Uwe Boll.
De los difuntos a infiltrados y tiro porque me toca (los huevos)…
¿Serán los mismos que traducen los títulos de las películas porno? ¿Aquellos que convierten “Hellcats” en “Guarrillas desesperadas” o “Foot On Balls Word Cup” en “Pichichi, tu picha en mi chichi?

Pues eso, que “Infiltrados”, “The departed”, “Los difuntos” o como quieran llamarla recupera a un Scorsese inédito desde “Casino” o “Uno de los nuestros”. A un cine vivo y ágil con un montaje moderno y afilado, con un catálogo de personajes oscuros y triángulos afectivos de desbordante ingenio, con dos y horas y media de cine intenso y sin fisuras y con secuencias cojonudas para el recuerdo cinéfilo.

Tengo que volver a verla; no sé si estoy ante la película del año, delante de un Scorsese en una nueva plenitud cinematográfica o sólo frente un estupendo remake de “Infernal affairs”.
No entiendo del todo a ese loco de atar trastornado y memorable que encarna Jack Nicholson. Ni tampoco las numerosas inverosimilitudes y escaramuzas cogidas con pinzas, aunque muchas de ellas se conviertan en aciertos… No sé, no sé… Habrá que volver a verla….

Tranquilo Martin, si no te dan el Oscar esta vez siempre te quedará espacio libre en la furgoneta amarilla de “Pequeña Miss Sunshine”. Con ese grupo de… perdedores memorables en busca de otra estatuilla mucho más importante, la del público.