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Voto de Cthulhu:
8
Drama Un grupo de jóvenes comparte un mismo interés: la idiotez. Con una casa de campo como base, pasan su tiempo libre juntos explorando los ocultos y poco apreciados valores de la idiotez. El grupo se dedica a enfrentarse a la sociedad con sus idioteces. Karen, una mujer solitaria y reservada, se une al grupo después de participar involuntariamente en una de sus actuaciones. (FILMAFFINITY)
20 de mayo de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los idiotas es una de las películas más personales de Lars von Trier. Al igual que en la película, la infancia de von Trier se desarrolló en una comuna alejada de la sociedad y de cualquier tipo de autoridad o norma. En la película, la comuna es especial, consiste en que sus integrantes se hacen pasar por idiotas. Para cada componente de la comuna el objetivo de encontrar a su idiota interior es diferente: puede ser un juego, una mofa a las convenciones, una filosofía revolucionaria y radical, un instrumento para ser feliz, etc.

Al igual que esta comuna de idiotas, Dogma 95 es el movimiento revolucionario creado por Lars von Trier y Thomas Vinterberg, con un espíritu que también podría variar entre el juego o la conciencia de la necesidad de un nuevo cine. Los directores que se acogían a este manifiesto tenían que cumplir una serie de “votos de castidad”: iluminar con luz natural, no utilizar música a no ser que se escuche por el sonido en el mismo momento de la escena, no hacer cine de género, no utilizar decorados, etc. Lo que está claro es que el movimiento no prosperó, siendo disuelto en el 2005, y herido de muerte mucho antes. Los propios fundadores solo hicieron una película dogma en 1998, Celebración fue dogma 1 y Los idiotas fue dogma 2, así como la mayoría de directores que participaron, Harmony Korine con Julien Donkey-Boy (1999) o Lone Scherfig con Italiano para principiantes (2000). De este modo es curioso establecer un paralelismo entre la comuna de los idiotas y el propio movimiento Dogma, se rieron un buen rato de las convenciones (las de la vida y las del cine) pero luego fueron atraídos por ellas.

El denominado “enfant terrible” del cine danés nos deleita con muchas escenas provocadoras, quizás a veces malinterpretadas por algunos de forma injusta, ya que por ejemplo en la escena del encuentro entre personas con síndrome de down con los idiotas de la comuna, se demuestra que von Trier es un moralista, aunque no al uso. Lo peor de la película es que se ve en varias ocasiones el micrófono de sonido en los movimientos de cámara de mano, creo que el Dogma no debería ser la excusa, porque al verlo vuelve la sensación de cine como artificio. Aunque lo mejor y más importante es que consigue emocionar, es muy difícil hacerlo y con la historia que maneja aún se complica más. El final, con las grandes actuaciones de Karen (Bodil Jorgensen) y Susanne (Anne Louise Hassing) es memorable e impactante.

Los idiotas también forma parte de la trilogía Corazón dorado de Lars von Trier junto a Rompiendo las olas (1996) y Bailar en la oscuridad (2000). Trilogía que tiene en común las aventuras de una persona buena ante una adversa realidad.
Cthulhu
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