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España España · Valencia
Voto de Talladal:
7
Cine negro. Thriller Ambientada en la posguerra japonesa tras la II Guerra Mundial (1939-1945). Con la estructura del thriller americano y los convencionalismos japoneses, narra la historia de un joven detective al que roban su pistola. Agobiado por un sentimiento de deshonor más que de pérdida, emprende con un veterano compañero una frenética e incansable búsqueda que les lleva a los bajos fondos de Tokio. (FILMAFFINITY)
7 de mayo de 2009
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando la guerra termina, las calles bullen de vida, los seres humanos retornan a su vida privada, los negocios cunden e, inevitablemente tras aquellos que son turbios, la policía persigue al poliforme criminal, el sustituto en tiempos de paz del enemigo. Contra el enemigo no ha habido tregua y no habrá tregua: El Imperio japonés ha causado millones de víctimas –enemigos- y Japón ha sufrido también millones de víctimas –enemigos. El enemigo y el delincuente comparten una misma naturaleza antisocial: Mientras el enemigo representa el mal absoluto y debe ser exterminado por cualquier medio, el delincuente –como ciudadano- goza de las garantías de la paz. La paz atempera el poder del Estado, por ello la policía halla grandes dificultades –tantas como supone destruir la presunción de inocencia- en neutralizar a los criminales. Es una policía maniatada y débil que solo puede conseguir información del delincuente mediante el tesón, la argucia o su compasión. En un verano tórrido se comete un descuido con un arma, artefacto diseñado exclusivamente para dañar. El arma es pequeña, incluso ridícula. Es una consecuencia del desarme impuesto por los aliados a la derrotada Japón. Pero tal pequeñez es premeditadamente ilusoria para demostrar su grave peligro: Es un objeto autónomamente maligno que puede acabar con la vida de cualquiera. La Bomba, esa hipérbole de todas las armas, explotó cuatro años antes en Hiroshima y Nagasaki. En definitiva, desde el puñal a la Bomba todas las armas comparten una misma naturaleza intrínsecamente malvada. Las armas no debieron haber sido creadas pues su poder excede la capacidad de ser controladas por los hombres. El calor abrasador del verano, el infierno del calor, fue suficiente para que se desencadenase la catástrofe, como por cualquier motivo se podría apretar el botón rojo y que todo se extinguiera. En tiempo de paz, el arma es el enemigo. Pero entonces, ¿qué papel cumple el delincuente? Se oponen aquí dos concepciones del delincuente: La nueva generación, la que ha conformado el Ejército Imperial, harta de haber convertido al adversario en enemigo, se inclina por la comprensión del delincuente, en tanto que ser humano dotado de dignidad y de la posibilidad de domeñar su destino. La antigua guardia, curtida en las peores calles y en compañía de las peores personas, cree en el mal intrínseco del ser humano, por lo que los delincuentes son enemigos aun en tiempo de paz. Rousseau contra Hobbes. La eterna lucha. Además en esta película se narra un proceso de aprendizaje. El novato se equivoca y debe expiar su culpa, asumiendo el precio de la libertad. Ser una persona significa asumir la responsabilidad de los actos propios. Naturalmente, tal mensaje se inscribe en unas coordenadas culturales japonesas como son, a modo de ejemplo, la omnímoda vergüenza, la obediencia a las jerarquías, el respeto a los mayores o la exquisita etiqueta en las relaciones sociales.
Talladal
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