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España España · Valencia
Voto de Talladal:
8
Musical. Comedia. Terror Cuando una pareja regresa de la boda de unos amigos, estalla una violenta tormenta y el coche se les avería. Así las cosas, no tienen más remedio que refugiarse en un castillo, donde el doctor Frank-N-Furter vive entregado a la fabricación de una especie de Frankenstein. (FILMAFFINITY)
9 de noviembre de 2010
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando el niño canturrea mientras juega intensifica las emociones que le suscita el juego. En este sentido, el musical es el arte total: La música descontextualiza a la historia de la ramplona realidad, y, por otra parte, la centra, la enriquece, la transmuta en oro. "The Rocky Horror Picture Show" va más allá del género - ¡es trans!- y prescinde de la historia en su sentido convencional. Aquí da igual qué va a pasar porque lo que importa es como un acontecimiento se relaciona más o menos con el siguiente para emocionarnos. Y consigue hacerlo con el catálogo de emociones que son patrimonio de los valores de la juventud: El juego continuo, la risa perpetua -el mundo es digno de ser vivido, el miedo que se torna en risa, la irreflexión que acaba bien, la belleza que es pertinaz atracción, la sorpresa inacabable que nos sacude de la ordinariez de lo ordinario, y nada de morales grávidas porque el mundo sólo vale como espectáculo, como obra de arte. La perspectiva es estética aunque ésta sea una antiestética. En "The Rocky Horror Picture Show" la serie B se pone tacones y rimel para matar y es entonces cuando el adolescente gamberro que camina con nosotros es convocado: Resucita de la muerte de la cotidianidad para asistir a este espéctáculo abigarrado, delirante, divinamente estúpido, energía joven a tope que sacude el tedioso mundo de las ideas, frescura glam divina de la muerte para sentirnos sucios y sucias, transgresión transexual de Transilvania, dadá marciano de los años 70, piezas musicales imprescindibles para la -a estas alturas- aburrida Historia del cine. Si quizá en algunos momentos la frescura se transforma en chapuza y la trama en drama intelectual, no hay que desanimarse. Recuerda que debajo del pantalón llevas las medias y el liguero bien ajustado. Y que la juventud es incorruptible.
Talladal
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