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Voto de Archilupo:
9
Drama Mientras su familia se reúne para celebrar su cumpleaños, el periodista Alexander se siente angustiado por la desoladora falta de espiritualidad que caracteriza al mundo contemporáneo. Sus peores temores se confirman cuando, durante la fiesta, llega la noticia de un inminente conflicto nuclear: la Tercera Guerra Mundial. El final, definitivo e irreversible, está cerca. En ese momento están con él su angustiada esposa, sus dos hijos, un ... [+]
14 de noviembre de 2009
133 de 154 usuarios han encontrado esta crítica útil
1) La presentación de créditos dura más de cuatro minutos. Da tiempo a que suene un aria de la Pasión según San Mateo y se muestren detalles de una ‘Adoración’ de Leonardo. Se invita al espectador a un ritmo pausado.

La idea primera era el guión “La bruja”, sencilla historia de un enfermo mortal curado gracias a acostarse con una bruja: el cuento de un sortilegio, tal vez milagro. En “Sacrificio” se amplía y ramifica: lo mortalmente enfermo es la civilización, abocada al percance nuclear. El milagro o sortilegio no es curación sino aplazamiento. La amenaza apocalíptica puede desvanecerse como un mal sueño.

2) El intelectual cansado juzga sombrío a la sociedad, por la técnica y el progreso engañosos, por la fe nula. Lo dice con lenguaje profesoral a su hijo de corta edad, privado del habla por una operación.
También choca en el comienzo la charla con el amigo cartero, sobre asuntos trascendentes e interpretaciones nietzscheanas. Claro, que el cartero no es lo que parece: enseguida se sabe que es investigador de la vida humana, y reparte cartas en ratos libres.

Así que la primera parte introduce sin preámbulos, de forma narrativamente muy forzada, los temas centrales (hipertrofia racionalista, perspectiva de inmediato fin del mundo), a desarrollar pronto en un cuento loco, como eran locos los vagabundos místicos, los peregrinos iluminados.

Cuando en los preparativos de un cumpleaños irrumpe por TV el aviso oficial del inminente holocausto, en algunos congregados cunde el pánico. Lo abstracto da paso a lo concreto, a un tenso relato de cuenta atrás basado en la idea de que la catástrofe apocalíptica no es realidad objetiva sino un estado de ánimo opcional, fruto del miedo e inseguridad endémicos.

3) Es lo más bergmaniano de Tarkovsky, no sólo por los actores, habituales del sueco, ni por el rodaje en la isla de Gotland (una ‘Zona’ rodeada de mar) donde éste residía, ni por los interiores, sino por las mencionadas conversaciones solemnes y pausadas sobre realidades espirituales.
Pero también presenta golpes de imagen pura: la toma cenital de una calle urbana cuyo suelo de asfalto se resquebraja entre hilos de agua; o la maqueta a gran escala de la casa; o la misteriosa criada islandesa, que mantiene con la cámara una relación distinta a la de los demás, denotando que su mundo es otro. Y, desde luego, los seis minutos del histórico plano del incendio.

4) La película apunta a un mundo tan nuevo que hasta su inamovible génesis se replantea. Las primeras palabras del niño con su voz recuperada son para preguntar: “En el principio era el Verbo. ¿Por qué, papá?”.

Tarkovsky proclama que su obra es poesía y no discurso racional, abierta a múltiples lecturas sin que deba prevalecer ninguna. Se muestra un milagro, o un sortilegio, o la fantasía interna de una mente torturada por el pesimismo.

Sin embargo, la íntima dedicatoria del film-testamento a su hijo, “con esperanza y fe”, indica que el ruso tenía clara su visión.
Archilupo
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