A las 16:30 visité por vez primera la sala 2 del Kursaal para ver una película de Horizontes latinos: la argentina Marilyn, que compitió en la Sección Panorama del último Festival de Berlín. Durante los años 2000 Marcos, un muchacho de diecisiete años criado en una familia humilde y tradicional, descubre su homosexualidad en el ambiente más hostil posible. Cuando hay feria se viste de mujer y se pone una máscara para bailar en libertad sin que nadie la moleste. Los muchachos de la zona, que la injurian y maltratan, la llaman Marilyn, y por uno y otro lado Marcos se siente oprimido, negado e incomprendido, quedándose sin opciones para salir del túnel. Crudo e intenso drama basado en hechos reales, cargado de verdad, que nos impacta sin airbag y permite al espectador vivir el infierno de Marcos como si fuese una realidad de carne y hueso frente a él. El reparto está excelso, y el relato respira verdad, imprimiendo a la tragedia un vigor desgarrador. Qué duda cabe, son necesarios estos filmes, que inspiran concienciaciones reales. Pero el filme no llega a ser realmente bueno, principalmente debido a su condición de largometraje plano y monocorde. No hay matices añadidos a la desgracia, sólo es dolor, sin factores que enriquezcan la narración. Sólo es una película en la que el mensaje se evidencia, y sólo permite a su espectador sentir un rango de emociones en un desarrollo carente de sorpresas (con la excepción de un buen cierre). Una película emocionalmente lograda, pero narrativamente simple, que no sobresale con respecto a muchos filmes similares.