Una buena persona es perseguida por otra buena persona. Que cosas. En América también hay gente así. Total, que para una vez que coinciden, uno persigue al otro, sin saber que el perseguido, en realidad, es una gran persona, de las que ayudan a las abuelicas a cruzar la calle y paga sus impuestos religiosamente.

Ambos arriesgan, ambos ganan. Pero solo saben que ganan después de pasarlo bastante mal.

El uno porque peligra su sueño americano y el otro porque disfruta con su trabajo, sabe que es bueno en lo suyo y este caso no va a ser el que le jubile. Esto hace que el individuo A corra en la dirección X buscando respuestas sobre las razones por las que acaba siendo perseguido por B, y que el individuo B vaya persiguiendo a A, desconcertado, intentando unir cabos y entender sobre la marcha a A y su huida sin demasiado sentido.

Los dos protagonistas cumplen de sobra, hasta tal punto que Lee Jones es ya todo un especialista en papeles de individuo B.

El guión es intenso: No hay demasiado rato de tranquilidad. Cada relajo es el paso a una nueva persecución de la que Ford sale airoso. Que ya es curioso que un tipo normal se escape con tanta soltura de un señor que es bueno en su trabajo y su trabajo es encorrer señores malos.

Novedades no hay; es otra película más de esas que las ves y no te arrepientes de ver.