Media votos
7,2
Votos
1.811
Críticas
3
Listas
0
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de Jan Cl Mth:
9
7,2
120.094
Fantástico. Drama. Thriller
Año 1944, posguerra española. Ofelia (Ivana Baquero) y su madre, Carmen (Ariadna Gil), que está embarazada, se trasladan a un pequeño pueblo al que ha sido destinado el nuevo marido de Carmen, Vidal (Sergi López), un cruel capitán del ejército franquista por el que la niña no siente ningún afecto. La misión de Vidal es acabar con los últimos miembros de la resistencia republicana que permanecen escondidos en los montes de la zona. En la ... [+]
25 de marzo de 2012
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las películas con efectos visuales impresionantes suelen tener un guión escrito por el propio informático, así que lo que tienen de impresionante lo tienen de vacío conceptual. Esta película, con un talle tan fino en estética, sorprende además con un discurso bien trazado e inteligente, no solo para explicar el plano psicológico en tiempos de guerra, sinó uno de los grandes dilemas de la humanidad. “El laberinto del Fauno” nos propone la división en dos mundos tangenciales presentes en todo periodo de la historia.
Por un bando, existe el mundo real, tangible. Se trata de una gran institución basada en la violencia. Así pues, en ello todo parece sencillo de lo complejo que es: los malos son malos porque son desesperados con poder, y los buenos son buenos porqué son los débiles y lo único que les queda es la esperanza de vengarse y renovar la situación. Este mundo queda personificado en la magistral actuación de Sergi López: misántropo dolido por los golpes de la vida, y con órdenes de terminar el conflicto a partir de unos métodos que es evidente que no lo terminarán, sinó que lo alargarán. Con la presión de ser el líder, no puede permitirse ser visto cómo un ser con sentimientos.
Por el otro lado, existe el mundo de la evasión a través del arte. Este cosmos es accesible desde una puerta que puede dibujarse en cualquier sitio, tal y cómo muestra la película. Una vez dentro de este mundo, quien se haya atrevido a entrar y jugar con él es el príncipe del universo, último de la estirpe de los que forman parte de la inmortalidad. Este mundo evidentemente se encarna en la Ofelia de Ivana Baquero, que mira desde una simplicidad e ingenuidad poco propia del mundo de la violencia que la rodea.
Ambos mundos se cruzan y se contaminan en todo momento. La mandrágora que utiliza Ofelia para curar a su madre es realmente efectiva, aunque se descalifique automáticamente por qué es fantasiosa. Del mismo modo, el mundo de la narración fantástica en el que explora Ofelia en su imaginación es escabroso y bélico. También se repiten motivos en todo momento: conseguir la llave con la traición y el engaño; robar la comida de la misma mesa del monstruo...
En un momento final, Ofelia tiene que elegir si quiere que el bebé crezca en un mundo de fantasía, apartado de la realidad pero sin las tragedias que conlleva el vivir en tiempos de guerra y posguerra, o bien si quiere que el niño sea educado por el Capitán, y el mundo de la institución de la violencia. Es evidente que no es posible escoger, así que ya se encarga el mundo bélico de matarla a ella y robarle el niño.
Por un bando, existe el mundo real, tangible. Se trata de una gran institución basada en la violencia. Así pues, en ello todo parece sencillo de lo complejo que es: los malos son malos porque son desesperados con poder, y los buenos son buenos porqué son los débiles y lo único que les queda es la esperanza de vengarse y renovar la situación. Este mundo queda personificado en la magistral actuación de Sergi López: misántropo dolido por los golpes de la vida, y con órdenes de terminar el conflicto a partir de unos métodos que es evidente que no lo terminarán, sinó que lo alargarán. Con la presión de ser el líder, no puede permitirse ser visto cómo un ser con sentimientos.
Por el otro lado, existe el mundo de la evasión a través del arte. Este cosmos es accesible desde una puerta que puede dibujarse en cualquier sitio, tal y cómo muestra la película. Una vez dentro de este mundo, quien se haya atrevido a entrar y jugar con él es el príncipe del universo, último de la estirpe de los que forman parte de la inmortalidad. Este mundo evidentemente se encarna en la Ofelia de Ivana Baquero, que mira desde una simplicidad e ingenuidad poco propia del mundo de la violencia que la rodea.
Ambos mundos se cruzan y se contaminan en todo momento. La mandrágora que utiliza Ofelia para curar a su madre es realmente efectiva, aunque se descalifique automáticamente por qué es fantasiosa. Del mismo modo, el mundo de la narración fantástica en el que explora Ofelia en su imaginación es escabroso y bélico. También se repiten motivos en todo momento: conseguir la llave con la traición y el engaño; robar la comida de la misma mesa del monstruo...
En un momento final, Ofelia tiene que elegir si quiere que el bebé crezca en un mundo de fantasía, apartado de la realidad pero sin las tragedias que conlleva el vivir en tiempos de guerra y posguerra, o bien si quiere que el niño sea educado por el Capitán, y el mundo de la institución de la violencia. Es evidente que no es posible escoger, así que ya se encarga el mundo bélico de matarla a ella y robarle el niño.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Aún así, Guillermo del Toro nos reserva una última posible aunque evidentemente falsa esperanza. Los maquis logran matar al Capitán y quedarse con el crío, al que educarán con los valores que encarna la Mercedes de Maribel Verdú: combativa, a la vez que sensible; empática, a la vez que fuerte. Es evidente que la generación que alegoriza ese bebé acabará en manos de la institución de la violencia, la cual perdurará oficialmente en España hasta el 1975, y causará estragos hasta hoy en día de modos realmente inquietantes. No es posible evadirse de verdad: la realidad, especialmente la tragedia de ella, pesa. Pero sí es posible explicarla mediante la evasión.