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España España · Granada
Voto de Kikivall:
9
Drama. Romance Ann tiene 23 años, dos hijas, un marido que pasa más tiempo en paro que trabajando, una madre que odia al mundo, un padre que lleva 10 años en la cárcel, un trabajo como limpiadora nocturna en una universidad a la que nunca podrá asistir durante el día... Vive en una caravana en el jardín de su madre, en las afueras de Vancouver. Esta existencia gris cambia completamente tras un reconocimiento médico. Desde ese día, paradójicamente, Ann ... [+]
1 de noviembre de 2017
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se cuenta la historia de Ann, una joven de 23 años, con dos hijas y un marido que está casi siempre parado. Tiene Ann una madre siempre con mal humor y es toda una misántropa; un padre que hace ya diez años que está en la cárcel. Y ella tiene un duro y esclavo trabajo como limpiadora nocturna en una Universidad, institución a la que nunca podrá asistir durante el día. Viven pobremente en una caravana en mismo jardín de la casa de su madre, en el extrarradio de Vancouver. Toda esta vida gris da un radical cambio después de un reconocimiento médico en el que le diagnostican a Ann un cáncer terminal; apenas le quedan tres meses de vida.

La mirada de Ann se ha transformado en la de una poeta inspirada por cuanto ve, por la lluvia bajo la cual queda absorta o las puestas de sol. Observa las cosas, asombrada, como si fuera la primera vez que las ve o como si todo fuera a desaparecer en un segundo. Camina sola por la calle, se deja llevar; a veces se une a la muchedumbre, y otras veces se aparta de ella en sus soliloquios. Resulta estremecedor ver la mirada macilenta de Ann, sus párpados ahogados por el trance, todo ello acompañado por las melodías intimistas de Alberto de la Iglesia y la recurrente imagen del quebradizo vidrio, material del que se obtiene una sorprendente música. Y Ann está en ese límite donde todo parece sublime y a la vez espantoso. Todo puede ocurrir, sobre todo y de forma segura, la muerte.

En ese estado surge el amor. Ann y Lee, un joven al que conoce en la lavandería, se enamoran hipnóticamente, un amor mostrado con numerosos silencios y las vivas miradas vivas de quienes intuyen que cada momento es irrepetible. Hay fatalidad, encuentros ondulantes con canciones como "Senza fine". Pero mientras para él la imposibilidad del amor radica en que ella está casada, para ella la imposibilidad es auténtica, pues sabe de su inminente final. Por lo demás, la cotidianeidad de Ann y su familia es idílica y en buena sintonía. Y también como contrapunto, Ann tratará de ver lo mejor que hay en sus ásperos padres y les habla y les cuenta y les dice palabras de esperanza, incluidas cartas póstumas muy interesantes.

La gran directora que es Isabel Coixet, construye un film conmovedor, un bello melodrama que huye de la lagrimeo fácil y que a cambio, nos introduce en una hermosa historia que es un canto a la vida y a las ilusiones.

Tiene la película un excelente guión de la propia Coixet, adaptación de un cuento de la novelista norteamericana Nanci Kincaid, “Pretending the Bed Is a Raft” de 1997 (“Simulando que la cama es una balsa”), el último de los relatos contenidos en un volumen con idéntico título. El guión está muy bien construido, sin apenas fisuras. La música de Alfonso de Vilallonga es excelente, junto a una esplendente y sugerente fotografía de Jean Claude Larrieu.

El reparto es de excelencia, con más de una decena de magníficos actores y actrices donde destacan las actuaciones de una espléndida, dramática y bonita Sarah Polley capaz de resultar cotidiana y a la vez excepcional; muy bien Scott Speededman; Mark Ruffalo estupendo; Amanda Plummer excelente; y Leonor Watting de diez.

Obra de una enorme intensidad y un realismo atemporal, conmovedor y profundamente melancólico. Es de esas películas que no se olvidan.
Kikivall
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