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España España · Granada
Voto de Kikivall:
7
Drama Una mujer, después de perderlo todo durante la recesión, se embarca en un viaje hacia el Oeste americano viviendo como una nómada en una caravana. Tras el colapso económico que afectó también a su ciudad en la zona rural de Nevada, Fern toma su camioneta y se pone en camino para explorar una vida fuera de la sociedad convencional, como nómada moderna. (FILMAFFINITY)
11 de abril de 2021
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Impresionante película de una Norteamérica desconocida para el público europeo. Gran film de la directora china-estadounidense Chloé Zhao, que en su tercer largometraje vuelve a interesarse por personajes dañados por un trauma emocional, su inadaptación o la exclusión de un entorno adverso.

Ya la conocía por su estupenda “The Rider”, (2017) sobre el corazón de la América profunda y genuina de los rodeos y la tradición vaquera; sobre un joven jinete de rodeo de la América rural que contiene el polvillo del western en cada planos, un vaquero accidentado que ha perdido su centro de equilibrio.

En el caso de esta obra, Zhao nos pone ante los ojos una realidad muy interesante, dura y que me parece propiamente americana, la de esos personajes itinerantes de Nomadland , hombres y mujeres de edades avanzadas que llevan el sello del hastío en sus rostros surcados por los múltiples desastres sociales y económicos acaecidos en la sociedad estadounidense de los últimos tiempos, la de la Gran Depresión del pasado siglo y la de las actuales crisis. Calamidades que han caído a plomo como una plaga sobre esa pobre gente del film que sólo ansía que vivir libres por las rutas de la naturaleza.

Ciudadanos sin casa, donde sus modestas furgonetas o pobres caravanas se han convertido en su hogar, en Autocaravanas improvisadas pero funcionales. Vagan de un lado a otro de la geografía estadounidense buscando trabajos basura o malviviendo con jubilaciones míseras; gente migrante, nómadas en toda regla que trabajan en recolecciones agrícolas de temporada como la remolacha, la distribución de paquetería en bases logísticas de Amazon o como guardas en parques naturales durante las vacaciones.

No tienen medios para una casa, ni siquiera la desean ya, su hogar es ahora su vehículo adaptado a lo más esencial. Por encima de sus apenadas cabezas el cielo raso, temperaturas frías, condiciones de higiene lamentables. Como contrapartida, un optimismo propio de individuos curtidos, hombres y mujeres que sacan fuerza de flaqueza y hacen gala de un optimismo incomprensible, abiertos incluso a la poesía, la fraternidad, la libertad, la aventura o a la autorrealización.

Esta película sirve para descubrir una insólita realidad, propia de aquellos pioneros que cruzaron las tierras americanas en busca de prosperidad, sucesores de los nómadas que poblaron la América oeste, que se niegan a rendirse en situación de extrema necesidad.

El film habla del orgullo de los desposeídos, de viajes sin horizonte y el desconcierto de los rechazados. El colapso de la clase media americana, víctimas de la gran rapacería de las inmobiliarias y del consumismo absurdo. Una película para tiempo de pandemia, de confinamiento y ruina: la certeza de todo lo perdido. Una grieta donde al menos se filtra algo de luz.

Fern, la protagonista (McDormand), es una mujer que lo ha perdido todo en su ciudad en la zona de Nevada: marido, trabajo, hogar, durante la recesión de 2008, que se embarca en un viaje hacia el Oeste americano plan migrante en su modesta autocaravana. Tras el colapso económico Fern, al volante de una Ford Econoline que además de su medio de transporte es su cocina y su dormitorio, encuentra en la carretera algo parecido a una comunidad. con su furgoneta se pone en camino, cual exploradora fuera de la sociedad convencional. Es pues la historia de una nómada, de una viajera que ha hecho del errar, en su acepción de equivocarse y de ir de un lugar a otro, su manera de estar en el mundo.

Parcialmente basada en el libro de no-ficción “País Nómada: Supervivientes del siglo XXI” (2017) de la periodista Jessica Bruder, el film hibrida ficción con documental, no puede ser considerado un documental pero tampoco lo contrario.

Gran dirección y guion de una cineasta de fuste, Chloé Zhao, que hace una especie de épica de los actuales héroes del oeste americano, gente que va de un lado a otro encontrándose y reencontrándose y unidos por lazos de hermandad y comprensión, que se unen, ayudan y se apoyan. Con la bandera de la precariedad como forma de vida y rodeados por puestas de sol, carreteras que no acaban, formaciones rocosas, arroyos, desiertos transformados en páramos y montañas que dan paso a bosques.

Genial la música pianística de Ludovico Einaudi y una ponderada y hermosa fotografía de Joshua James Richards. La consumada actriz Frances McDormand con un monumental trabajo haciendo veraz un estilo de vida bronco, duro y rugoso. Junto a ella, nómadas reales como Charlene Swankie, Bob Wells y Linda May que nomadean de verdad. “Zhao lleva al menos dos largometrajes dándole vueltas a desentrañar cómo deshacerse de los límites. En su ideario, la frontera no es muro de demarcación, como se empeñan algunos, sino ventana al mundo, forma de conocimiento” (Martínez).

Película que se dedica a poner en cuestión esa fantasía del sueño americano como tierra de abundancia y oportunidades, en la que todos tienen la posibilidad de encontrar una vida mejor y una casa con jardín en la que envejecer, junto a un futuro esplendoroso para quienes estén dispuestos a trabajar duro. Zhao le da voz a aquellos habitantes que han abandonado el sistema o han sido abandonados por él; y “ofrece el cautivador retrato de un corazón roto” (Alegré).

Disolución asimilada de las diferencias entre ficción y documental, un estilo propio refrendado en esta obra con el León de Oro en la Mostra de Venecia.
Kikivall
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