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España España · Granada
Voto de Kikivall:
8
Drama Narra la historia de dos mujeres de alta alcurnia de la sociedad paraguaya que heredaron suficiente patrimonio para vivir cómodamente. Pero a sus 60 años, el dinero ya no alcanza y la situación de ambas cambia. (FILMAFFINITY)
22 de diciembre de 2018
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta historia, que incluso podríamos calificar de atemporal, la protagonizan dos mujeres de la alta sociedad paraguaya, Chela (Ana Brun) y Chiquita (Margarita Irún), que habiendo gozado de buena posición, han ido dilapidando poco a poco la fortuna que habían heredado para vivir con asueto en pleno centro de Asunción. Lo habían hecho como si fueran hermanas y ahora, a sus más de sesenta años ya las cuentas no les cuadran y el dinero no alcanza. La antaño situación boyante, se ha trocado en penuria. Ocurre además que ambas mujeres son lesbianas, conviven con las lógicas cautelas por su condición ‘homo’ y sus amistades son igualmente mujeres con sus mismas inclinaciones, gustos, preferencias y clase social.

El joven director paraguayo Marcelo Martinessi consigue una magnífica ópera prima creando un ambiente de silencios, gestos y a la vez tinte penumbroso, esencialmente en torno a la protagonista principal. Chela es el puntal necesario del film encarnado por una soberbia Ana Brun en este rol de mujer lésbica que ha quedado sola tras el ingreso de su pareja en prisión por estafa. Martinessi se las ingenia de manera brillante engarzando metáforas sencillas y a la vez profundas, sobre un entramado muy dramático.

El guion del propio Martinessi es prácticamente redondo, cargado de elementos en sombra, gestos, elipsis, y sobre todo la mirada vacía de Chela que ve su vida a modo de erial, sin alicientes, despojada de sus bienes, sumida en la melancolía y el desencanto y con la única obligación-ilusión de visitar a Chiquita en la cárcel cada semana. Interesante fotografía opaca de Luis Armando Arteaga.

El reparto está sostenido por una Ana Brun en estado de gracia que interpreta a una mujer feroz a la vez que mesurada por sus controles internos y por una sociedad de la que hay que preservarse. Es ya una mujer longeva y el camino que le aguarda no es muy halagüeño. Chela es un personaje silenciado durante décadas por el estigma de su lesbianismo y por amar a la persona equivocada; por todo ello y más, el mundo de Chela se está desmoronando. En este alarde actoral, la actriz teatral Ana Brun acierta a hacer que su rostro eclosione y su cuerpo se yerga ante la posibilidad de un amor nuevo, una mujer más joven, Angy (muy bien llevado este rol por Ana Ivanova), de la cual se enamora con evidente fulgor sexual en sus ajustadas facciones de actriz de lujo. Acompañan muy bien en un reparto eminentemente femenino Margarita Irún (muy bien como amante-hermana), Nilda González, María Martins y Alicia Guerra.

Esta es una cinta que se mantiene por su tensión interna, aunque de manera callada, donde las cosas ocurren a la altura de los ojos perdidos de la protagonista. Una mujer que tras su debacle particular descubre que puede salir a flote de su momento agónico y ganar algo de dinero convirtiéndose en chófer o taxista de otras señoras iguales o más vacías que ella misma, mujeres lesbianas, pobres y de avanzada edad que van cada noche al karaoke.

Es una película narrada con inusitada distinción. El film es un reflejo de las acentuados contrastes de clase en la sociedad paraguaya, la divergencia entre un mundo endogámico, cerrado y enfermizo, frente al mundo de los extrarradios donde los vecinos son más vitales, naturales y animosos; y dentro de este otro mundo más dinámico y joven está incluso la cárcel, que viene a ser un chorro de aire fresco para Chela, nuevas maneras de comportamiento, nuevas costumbres para ella. Chela viene a ser la mujer antigua, la que no quiso ser pero fue, la perteneciente a una esfera social trasnochada y en estado ruinoso.

En conclusión, un comienzo en el cine de Marcelo Martinessi muy bien construido, que hace un perspicaz estudio de personajes, el cual deviene sátira social del actual Paraguay. Es loable el nivel interpretativo del film y a la vez, su ritmo lento resulta atractivo y conveniente a la trama cara al espectador amante del buen cine. Una película hermosa que, empero, profundiza ángulos oscuros e inquietantes de la existencia; al fin, eso es la vida.
Kikivall
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