¿De qué va?:

Varios personajes se reunen en los estertores del verano en una vieja casa de campo familiar. Lane (Mia Farrow) una mujer con problemas de depresión y autoestima ejerce de anfitriona de, entre otros, su madre, otrora estrella de cine y mujer vitalista y cargante, Peter,un aspirante a escritor del que está ciegamente enamorada y su mejor amiga, Stephanie (Dianne Wiest), mujer casada y con hijos pero cuya fragilidad y delicadeza han enamorado a Peter durante el verano...

Crítica:

Una brillantísima selección de personajes a los que Allen confiere retazos de autenticidad poco comunes ya sería suficiente para confirmar a Septiembre como una película destacable, pero además de eso el director neoyorkino consigue que todos ellos remen en la misma dirección, para que confluyan en las mismas aguas, en las de un guión sólido y abrumadoramente triste. Allen coge libremente de Lean, de Bergman o de Dreyer, y crea con esos mimbres un relato de una fuerza tremenda, sin trucos de cara a la galería, con la seguridad del que sabe el terreno que pisa y adónde quiere llegar. Y llega efectivamente a emocionar como pocas veces más lo ha hecho, y si para ello tiene que prescindir de los golpes de humor, pues prescinde, ni uno en toda la película.

No está Septiembre para risas, ésas se gastaron en el verano, que languidece con el mismo abatimiento que la mirada de Stephy, que trata de insuflar ánimos a su amiga Lane con el infructuoso afán del que pretende salvar el tallo roto de una flor con un trozo de celofán.

Eterna.