Tiembla el mundo cuando amar es el único conflicto bélico que existe, porque un mundo sin odio carece de cédula de habitabilidad. La ausencia de contrastes es un aval contra la exclusividad y a estas alturas se antoja complicado encontrar manos alzadas, candidatas a habitar en la parte central de cualquier escala de grises.
Quizás por ello nos resulte más sencillo sobrevivir a las bombas que caminar sobre los escombros. Porque siempre resta el remordimiento cuando expira la vigencia de una onda expansiva. Siempre.

"Venuto al mondo" es mucho más que un azote a nuestros secretos. Mucho más que una cebolla recién cortada a medio suspiro de nuestro lagrimal. Y mucho, muchísimo más que una desgarradora excusa romántica para regresar a una guerra de los Balcanes cuyo caldo de cultivo conviene no olvidar.
La última ofrenda del tándem Mazzantini-Castellitto dispara contra la felicidad cuando uno intenta perpetuarla y se desangra al igual que lo hace Gemma ante la Leica de Diego. Atentando contra los argumentos; que no los cimientos; de una comuna de artistas como símbolo de lo absurdo de cualquier apego filosófico o existencial en un contexto que eclipsa cualquier razón de ser.

Un mensaje, un consejo: consumir preferentemente la vida antes de que se manifieste el eco que genera el aforo de la soledad.