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España España · Oviedo
Voto de babayu:
1
Serie de TV. Ciencia ficción Miniserie de TV (2 episodios). Como consecuencia de una lluvia de meteoritos, unas plantas traídas del espacio se convierten en monstruos y, además, la mayoría de la población se queda completamente ciega. Las pocas personas que conservan la vista constituyen la única esperanza para la humanidad. (FILMAFFINITY)
5 de agosto de 2010
10 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
La novela homónima de John Wyndham, escrita en 1951, figura con todo merecimiento en cualquier lista de las mejores obras de la historia de la Ciencia-Ficción, y es innegable su influencia en la obra de Saramago, Ensayo sobre la ceguera, eso sí, con unos fines literarios completamente distintos; además, presenta la ventaja de ser muy adaptable al lenguaje cinematográfico.
Sin embargo, no alcanzo a comprender el motivo que llevó a los responsables a realizar este telefilme: habiendo ya un largometraje, aquí horriblemente llamado La semilla del espacio, rodado en 1962, y con el encanto de tantas pelis del género hechas en la misma época (incluyendo un "paseo" por España de lo más bizarro), y una serie de la BBC bastante decente en 1981, resulta difícil de explicar la necesidad de rodar una nueva versión, si no es para dar una vuelta de tuerca y hacer algo completamente diferente.
Lo malo es que no es el caso: esta cosilla moderna no tiene ningún encanto, incluso los efectos visuales son vergonzosos. Aparte de una inexplicable "puesta al día", todo el talento contenido en la obra original se desperdicia mediante soluciones lamentables, desde el origen de los trífidos, hasta la ceguera de los humanos, pasando por las propias acciones de los protagonistas, incoherentes y absurdas. Pienso que si fuera cierto, tal como parece querer demostrarse en pantalla, que los homo sapiens tuviéramos tan poco de sapiens, y nuestros pasos fueran guiados por la estupidez supina que todos y cada uno de los personajes destilan en cada momento, los trífidos, a poco hábiles que estuvieran, nos habrían tapiñado a todos antes de la hora de la merienda, no les dábamos ni para un día entero.
Las aventurillas del héroe Bill Masen, de su partenaire, la locutora Jo, del malvadísimo Torrence y sus secuaces, y las de todos los demás especímenes humanos que desfilan delante de nuestras narices durante tres horas, lo único que demuestran es la carencia casi total de neuronas, ya que de su comportamiento no se deduce jamás que detrás haya algún rastro de proceso mental, ni tampoco vale el decir que es que estaban acoquinados porque las plantas malas les daban yuyu. Como esto no parece haber sido la intención de sus creadores, me inclino a pensar que lo más sencillo es afirmar que han hecho fatal su trabajo, y que nos han endosado una basurilla sonrojante impropia del material del que partían.
Tampoco es que los actores ayuden mucho a creerse nada de lo que vemos: Scott, Richardson e Izzard, el trío calavera, perdón, protagonista, ponen cara más bien de estar en una constante inopia, y los pequeñitos papeles de Cox, como papi "freudiano" del héroe, y de la Redgrave, como monja requetemala, no levantan demasiado el nivel del asunto.
babayu
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