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Voto de Kaori:
3
6,5
244
Serie de TV. Comedia. Romance
16 episodios. En plena disputa por el control de la empresa familiar, un encantador heredero choca con una empleada conocida por su irresistible sonrisa... que él no puede soportar.
15 de diciembre de 2023
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues llamadme rara, pero a mí esta serie me ha parecido un verdadero rollazo. Un tostón de los grandes.
No había forma de engancharse ni de interesarse por nada. Me decían «ahora empieza lo bueno», y nada. El sopor era tan intenso que yo misma deseaba que muriera alguien, por eso de dar vidilla a la trama, pero ni por esas.
Ante un fenómeno así, porque «King The Land» ha tenido un éxito considerable, hay que explicarse por qué, y la única razón que se me ocurre es que el protagonista es guapo y se trata de una historia muy políticamente moderna. A fin de cuentas, esta historia no es romántica por mucho que traten de que lo sea, sino que es la historia de superación y triunfo de la protagonista Sa-rang; es decir, que es una fantasía de mujer contemporánea empoderada… aunque al modo surcoreano.
En esa modernidad, Sa-rang consigue el éxito profesional, el romántico y el social. El hombre más rico y guapo de Corea se enamora de ella, todos sus compañeros y amigos la admiran y la quieren; y además es la mejor trabajadora y empresaria. Ojo a que su mayor mérito, lo que más resaltan de ella como persona, es que es muy competente en el trabajo, yo no le veo otra cualidad, y esto resulta tristísimo para el personaje y la trama. La modernidad parece contraria a la emoción, la tensión y la pasión, y si ya de por sí las series surcoreanas pecan de una frialdad alarmante, podemos imaginarnos cómo queda la cosa cuando además se quiere ser tan correcto y bien pensante. Hay un detalle interesantísimo relacionado con esto que paso a explicar en spoiler.
Él es uno de esos galanes asexuados hasta que la conoce a ella, el típico muy serio y formal que cuenta como amigo con el feo gracioso que solo sirve para que le suba el ego. Luego, de la noche a la mañana, será todo miel y ternura. Pues, mira, no. Este personaje es un mero estereotipo hueco. Won no te gusta ni te deja de gustar. Su exhibición de dinero y riqueza es incluso de mal gusto. No tiene entidad ninguna, es un aburrido de narices.
El conflicto personal de Won, que parece que va a desembocar en algo, se queda en nada, se resuelve en los dos últimos capítulos sin que le importe a nadie. Sus relaciones familiares están llevadas a marchas forzadas; fijémonos en su sobrino: habla con él porque toca en el guion, pero ni antes ni después se preocupa por su existencia. Es que todo está mal, en serio.
Poco más puedo decir. Decepcionante.
No había forma de engancharse ni de interesarse por nada. Me decían «ahora empieza lo bueno», y nada. El sopor era tan intenso que yo misma deseaba que muriera alguien, por eso de dar vidilla a la trama, pero ni por esas.
Ante un fenómeno así, porque «King The Land» ha tenido un éxito considerable, hay que explicarse por qué, y la única razón que se me ocurre es que el protagonista es guapo y se trata de una historia muy políticamente moderna. A fin de cuentas, esta historia no es romántica por mucho que traten de que lo sea, sino que es la historia de superación y triunfo de la protagonista Sa-rang; es decir, que es una fantasía de mujer contemporánea empoderada… aunque al modo surcoreano.
En esa modernidad, Sa-rang consigue el éxito profesional, el romántico y el social. El hombre más rico y guapo de Corea se enamora de ella, todos sus compañeros y amigos la admiran y la quieren; y además es la mejor trabajadora y empresaria. Ojo a que su mayor mérito, lo que más resaltan de ella como persona, es que es muy competente en el trabajo, yo no le veo otra cualidad, y esto resulta tristísimo para el personaje y la trama. La modernidad parece contraria a la emoción, la tensión y la pasión, y si ya de por sí las series surcoreanas pecan de una frialdad alarmante, podemos imaginarnos cómo queda la cosa cuando además se quiere ser tan correcto y bien pensante. Hay un detalle interesantísimo relacionado con esto que paso a explicar en spoiler.
Él es uno de esos galanes asexuados hasta que la conoce a ella, el típico muy serio y formal que cuenta como amigo con el feo gracioso que solo sirve para que le suba el ego. Luego, de la noche a la mañana, será todo miel y ternura. Pues, mira, no. Este personaje es un mero estereotipo hueco. Won no te gusta ni te deja de gustar. Su exhibición de dinero y riqueza es incluso de mal gusto. No tiene entidad ninguna, es un aburrido de narices.
El conflicto personal de Won, que parece que va a desembocar en algo, se queda en nada, se resuelve en los dos últimos capítulos sin que le importe a nadie. Sus relaciones familiares están llevadas a marchas forzadas; fijémonos en su sobrino: habla con él porque toca en el guion, pero ni antes ni después se preocupa por su existencia. Es que todo está mal, en serio.
Poco más puedo decir. Decepcionante.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Por mucho que las mujeres se convenzan de que quieren este tipo de relaciones blandas y políticamente correctas, hay un detalle que nos dice que, en realidad, queremos algo más:
Won y su amigo comparten una habitación de hotel por razones que no vienen al caso. Won insiste en irse porque no quiere dormir con él, así que en un momento dado Won se enfada. Entonces, se inclina hacia el amigo, lo coge de la muñeca y lo inmoviliza contra la cama… El amigo se queda así en plan «se me acelera el corazón». Won le dice muy serio y dominante que se van a ir y el amigo asiente, sometido ante su poder y masculinidad.
Esta escena es un claro fanservice. Las mujeres quieren ver a Won dominando, quieren ver al hombre ejerciendo su poder, su autoridad… pero no se atreven a reconocerlo, no pueden admitirlo, es sexista, casi violento, las dejaría en un rol sumiso. Así que una escena así no la tiene con la protagonista, sino que la desvían y hacen el juego yaoi. Entre hombres, sí; con una mujer, no.
Interesantísimo.
Won y su amigo comparten una habitación de hotel por razones que no vienen al caso. Won insiste en irse porque no quiere dormir con él, así que en un momento dado Won se enfada. Entonces, se inclina hacia el amigo, lo coge de la muñeca y lo inmoviliza contra la cama… El amigo se queda así en plan «se me acelera el corazón». Won le dice muy serio y dominante que se van a ir y el amigo asiente, sometido ante su poder y masculinidad.
Esta escena es un claro fanservice. Las mujeres quieren ver a Won dominando, quieren ver al hombre ejerciendo su poder, su autoridad… pero no se atreven a reconocerlo, no pueden admitirlo, es sexista, casi violento, las dejaría en un rol sumiso. Así que una escena así no la tiene con la protagonista, sino que la desvían y hacen el juego yaoi. Entre hombres, sí; con una mujer, no.
Interesantísimo.