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Rusia Rusia · Stalingrado
Voto de Ferdydurke:
2
Western Oklahoma, 1889. Unos hombres acusan injustamente a Jed Cooper (Clint Eastwood) de haber robado ganado y no dudan en ahorcarlo. En el último instante, lo salva un comisario que trabaja a las órdenes del juez Fentom. Aclarados los hechos y demostrada su inocencia, el juez aconseja a Cooper que olvide lo ocurrido y le ofrece un puesto como comisario. Su misión será capturar vivos a los que intentaron lincharlo para que sean juzgados por el juez. (FILMAFFINITY) [+]
13 de noviembre de 2021
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
No precisamente dos, tacaño mío, fueron un billón de errores, uno tras otro, hasta el infinito. Lo mataron demasiado poco y demasiadas pocas veces en definitiva, pecaron de pereza y falta de imaginación, rigidez marchita. Tenían que haber probado otros métodos, otras voces y otros ámbitos, en la variedad está el gusto, di no a la monogamia y a la monarquía, sí al poliamor y a la república, a la guarra comuna, los hijos de mis amigos son también los míos, tales como también, por ejemplo, ya lo dijo Krahe en su inmortal canción, ese santo varón, la hoguera muy especialmente por utilizar un elemento primero, el fuego, ese primor rojo, lo mismo, por seguir el camino o recitado negro, que la chic guillotina francesa, el garrote vil español, el fusilamiento al amanecer sin ningún miramiento, lanzamiento al océano desde el aire, al puro vuelo, la silla eléctrica que algo chisporrotea o si no pregúntaselo a Tom en la verde milla, la cámara de gas tan famosa, el gota a gota que agota, el descuartizamiento que acogota, la amputación constante o la mutilación sucesiva son efectivas, a escupitajos, a insultos, a besos de abuela, lo que sea, unas cuantas cosas más con las que tampoco hubiera muerto del todo, eso es cierto por otra parte, de ninguna de las maneras, no nos engañemos ni nos hagamos falsas ilusiones, el cuento de la lechera, este muerto está muy vivo, pero que nadie nos quite esa juerga, el intento, la prueba necesaria de todo lo dado en esta vida nuestra para así poder comparar con criterio y propiedad y posteriormente decidir si no o si sí, si es mejor o peor por ser mayor o menor, burdo rumor, lo mismo que nos pasa, igual proceso deductivo empírico, con la religión, los hombres y las mujeres, el amor y todo eso, el partido político y demás esenciales opiniones/decisiones que deben ser tenidas por lo menos en cuenta en toda vida digna de merecer tan alto nombre, falsadas/sacrificadas en el altar de la ciencia experiencia más regia/recia.
El juez, estupendo Pat Hingle, el mejor de la función con esa intensidad abrumadora que se los come a todos vivos, se atiene al ejemplo y la dureza, la ley con sangre entra, o miedo o caos, en la recta moral; el abogado y comisario apuesta, en cambio, más por la caridad, en determinados casos, no siempre, claro, y la flexibilidad, su ética es más curvilínea, obesa, disfuncional en cuanto a la grasa que sobra, menos fibrosa o tiesa, más flácida o morcillona, menos neurótica, más sana y empática y sostenible; el juez es más ecológico sin embargo, depara estiercol o abono humano para la tierra yerma tan necesitada de carne fresca; Clint, solo y por los pelos cumplidor como actor, es más progre, cree en la reconversión industrial o más bien reinserción de ciertos individuos, esos pobres niños pimpollos rubios bandoleros por mucho ejemplo que a él las tripas le revuelve su posible o seguro próximo y público ajusticiamiento, de ahí su pronto sexo como a la muerte opone con la rebeldía propia de un fausto su contrario más directo, aquí te pillo, aquí te mato, en las segundas oportunidades, en el nuevo amanecer del hombre, en la aurora, boreal si acaso.
Los dos están de acuerdo, con Gustavo Bueno, en que algunos hombres deben pagar con la propia vida sus enormes desafueros, que no tienen posible remedio ni arreglo, que lo que hicieron es incompatible con todo lo vivo, con el resto.
Y el pueblo o cliente que siempre tiene la razón, vivan la democracia ateniense y, ya de paso, la estadounidense, el mejor país realmente existente, como bien el juez nos dice, piensa sobre todo en divertirse un poco, echar ese rato bueno, en el espectáculo inmaculado de la pura muerte, el entretenimiento desnudo, sin coartadas ni bagatelas, al lío, sin grandes afeites, coros y matarile y basta, más que suficiente, tampoco piden tanto, en matar el rato y pasar buenamente el tiempo, la tarde, en la mejor compañía, con el resto de semejantes en paz y armonía, en evadirse de los innumerables problemas cotidianos que tanto te amargan, en descansar la mente, es el cine de terror antes de que se inventara, de mejor calidad que el nuestro, por supuesto, pero siempre de mucho éxito entre el vulgo selecto de vísceras e higadillos sediento, se trata en todos los casos de solazarse un poco sin hacer daño a nadie, mirar y escuchar nada más, ya pasó, ya está.
Inger Stevens, suicidada muy poco después la pobre, previo paso parece, una más, por los amorosos brazos de nuestro héroe, andaba por allí con más pena que gloria, Bruce Dern también y de Hooper qué decir u opinar de semejante hombre o coso; la buena chica violentada en el pasado por unos cuantos malhechores, el sádico hijoputa y el perro loco religioso, más la puta buena en forma de Arlene Golonka, tan bien predispuesta. Nada nos falta ni contigo nos sobra.
La película es muy mala y sucia, estrepitosa y cochambrosa, fuerte, como un whisky infecto a medianoche, como aguardiente del viejo oeste.
Y es por unanimidad total y absolutamente inverosímil, ese guion oligofrénico es la demostración palpable de que nadie está/ba a los mandos, todo vale y está permitido, si eso se hizo/aprobó/rodó, si se dio el visto bueno a ese escrito, cualquier cosa en este mundo (nos) puede pasar, tanta hecatombe, es plausible, vale, no hay límite, dios no existe, se acabó el chiste.
La ecuación de siempre, azar (llega en el momento equivocado al sitio erróneo) más estupidez (la de los linchadores por todo, por tanta chapuza) más maldad (en sí y para sí, porque sí, disfrutar del dolor del otro para que te haga olvidar por un instante el tuyo constante propio, para anestesiar la sensación de nada, de nulidad que te come vivo, te corroe por dentro) igual a cero.
Es fea y grasienta y excesiva y gruesa, es la vena gorda de una polla enferma y vieja esta película.
Es la parodia seria de una mala broma. Es cutre y maloliente. Hay que taparse la nariz y guardarse el alma a buen recaudo antes de que se te contamine y gangrene.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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