New Hampshire es el escenario de la brutal película de Paul Schrader. Un pueblo rural de América impregnado de nieve. El sheriff interpretado por un magistral Nick Nolte, está convencido de que un accidente en la caza de ciervos fue ejecutado por su mejor amigo.

Nolte está sublime dando vida a un personaje construido de forma impresionante. Traumatizado por un borracho, severo, machista como su padre, fuente inacabable de odio. Otro "monstruo" de la interpretación, el grandísimo James Coburn (construido magníficamente).

La atmósfera es asfixiantemente lenta. El sheriff Wade Whitehouse tiene que lidiar con varios frentes en su vida decadente. Una relación cuesta abajo, un matrimonio roto y su lucha por la hija en común, un trabajo que odia y la muerte de una madre. Todo esto simbolizado en una dolorosa muela picada que no le deja ni respirar. No es solo una muela, en su vida hay muchas otras cosas y todas están mal...

En esta película hay un talento que va más allá de la pantalla. Uno de los duelos interpretativos más grandiosos jamás filmado "Coburn-Nolte". Unos secundarios a la altura (en especial Sissy Spacek).

El ritmo lento no se altera con la creciente furia que va desatando Nolte. La angustia reflejada en su muela, arrancada de cuajo en una escena para el recuerdo. Como también queda para el recuerdo esa granja en llamas vista desde la cocina.

Es un drama brutal de un hombre incapaz de enderezar su vida.