Este notario mayor del reino de la clase trabajadora en que se ha convertido Ken Loach junto a Paul Laverty, demuestra a sus 83 años que aún le queda fuelle para seguir siendo el Dickens actual británico en la lucha por los derechos de los más necesitados (que son la inmensa mayoría del planeta) en este primer mundo que mantiene los privilegios de sus élites a cambio de la explotación concienzuda y sistemática de su base social. Base cada vez más distante ante la caída de la clase media de aquellos que parten y reparten.

Aquellos que siempre abocan a la familia como el sacrosanto lugar pilar de la sociedad se empeñan en destruirla. Trabajo precario, de pura y dura subsistencia si es que lo encuentran para los padres y ausencia de futuro para los hijos. Multas y represión es la receta para cuando llega el momento de decir basta. Lo de la conciliación familiar suena a tomadura de pelo y así nos va.

La imagen del cartel puede ser uno de los pocos momentos donde esta familia tipo puede permitirse el lujo de unos minutos de sonrisas y descanso. La realidad es aún peor y Loach sigue clamando en el desierto.

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