Comienza el ciclo de películas de terror producidas por M. Night Shyamalan, tituladas con su habitual modestia "The Night Chronicles", con esta peliculilla pretendidamente sencilla y original, que no lo es en absoluto. Al igual que cogió la idea de “El carnaval de las almas” (Herk Harvey, 1962) para su “El sexto sentido”, el megalómano hindú ha cogido la idea de “Los diez negritos” de Agatha Christie, diversos culpables de crímenes que van siendo asesinados por uno infiltrado entre ellos, para reducirla al ámbito claustrofóbico de un ascensor. Tengamos claro que tampoco es el primer film que transcurre en tal ámbito, hay antecedentes en el cine de terror como "El ascensor” (Dick Maas, 1983) o más directamente, "Vacío” (Carl Schenkel, 1984).

Aquí se nos propone un juego con el mismísimo demonio, que por lo visto no tiene nada mejor que hacer para divertirse que confundir y torturar a sus víctimas antes de defenestrarlas y llevarse sus almas al averno. En esta ocasión se encierra en el susodicho ascensor junto a otras personas, haciéndose pasar por humano para cargárselos uno a uno.

La dirección de John Erick Dowdle, responsable de aquel remake/calco de "Rec" llamado "Quarantine", es meramente funcional, al servicio de las cuerdas maestras de su amo, cuyos habituales tics se pasean por el metraje: aires de solemnidad y trascendencia, engañosas pretensiones de originalidad, banda sonora rimbombante, intento de sorpresa final… Una fábula mínima que no da más de sí, no porque su reducido contexto lo limite, sino porque de donde no hay talento, no se puede sacar buen fruto, señores. Podrían aprender de Rodrigo Cortés y su destacable “Buried (Enterrado)” al respecto.

Para rematar, un final con moralina sonrojante, de un infantilismo que echa para atrás. ¿A qué piso vas, Shyamalan? “El bosque”, “La joven del agua”, “El incidente”, “Airbender”… Anda, sigue así en caída libre con estas historietas tuyas, a ver cuando te darás de una vez por todas con el suelo.