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Estados Unidos Estados Unidos · Bon Temps (Louisiana)
Voto de RandolphCarter:
10
Terror. Intriga En la costa de un pequeño pueblo del este de Estados Unidos, un enorme tiburón blanco ataca a varias personas. Por temor a los nefastos efectos que este hecho podría tener sobre el negocio turístico, el alcalde se niega a cerrar las playas y a difundir la noticia. Pero un nuevo ataque del tiburón termina con la vida de un bañista. Cuando el terror se apodera de todos, un veterano cazador de tiburones, un oceanógrafo y el jefe de la ... [+]
5 de enero de 2010
34 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo digo bien claro: esta es mi película favorita de terror de todos los tiempos. ¿Por qué?
Ninguna otra me ha dado tal grado de acojone en la vida; desde que la vi siendo renacuajo, no he vuelto a mirar al mar de la misma manera. Esto en cuanto al efecto subjetivo que causó en mí, pero no es el único valor que le otorgo, pues considero este film como una obra maestra de la intriga y el terror por sus virtudes inherentes. Debo haberla visionado más de 30 veces y sigo sin encontrarle defecto alguno, al contrario, le soy más devoto por su inteligentísima puesta en escena, perfección expositiva y encomiable desarrollo dramático.

Sobra decir de que va "Tiburón", a todo el que le guste el séptimo arte debería conocerla, pues es una clase magistral. Una lección de cómo dosificar y deshilvanar una intriga, cómo dominar el ritmo y tempo de un metraje, y cómo unir el cine de calidad con el cine popular sin perjuicio de ninguna de las partes. Lo que sí cabe resaltar es que la cinta tiene dos episodios bien diferenciados en forma y contenido; en el primero, en el que no vemos claramente al culpable, domina el suspense con los múltiples ataques a la población costera de Amity, doblemente castigada por el escualo y la ineptitud de un alcalde avaricioso; y en el segundo, el terror y la aventura con la caza del susodicho animal ya revelado, gentileza de los excelentes Scheider, Dreyfuss y sobretodo un inmenso Robert Shaw, que se casca uno de los monólogos más antológicos que se hayan dado en alta mar. Ambos casan indefectiblemente, resultando en la rara conjugación del éxito de público (nace el blockbuster) y crítica.

Como hemos señalado, no tan solo fueron sus acertadas decisiones narrativas, sino que también, entre otras cosas, brilla un trío de ases actorales que le dan la necesaria enjundia dramática al asunto, puesto que aquí sí nos importa qué ocurrirá a los protagonistas a diferencia de la gran mayoría de films del género. Destacar también una banda sonora inolvidable del casi siempre magnífico John Williams, el montaje de Verna Fields, ambos ganadores del oscar en 1975, y como no, la dirección magistral de un Spielberg en estado de gracia.

Así que si no la habéis visto, ya tardáis, y en caso contrario, únicamente cabe decir que los clásicos lo son porque permanecen imperecederos al paso del tiempo y uno siempre puede volver a disfrutar de ellos con la garantía de que el viaje vale la pena. ¿Apetece un bañito?
RandolphCarter
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